MATANZAS.— Con ese cálido acento humano del buen hacer teatral,
El niño mágico y el Rey Dragón (Theatre du Petit, Francia)
fue la culminación que podía esperarse aquí de la décima edición del
Taller Internacional de Teatro de Títeres.
Un foro, según el dramaturgo Ulises Rodríguez Febles, que se
recordará no solo por la actuación de los titiriteros y la calidad
de las obras presentadas, sino sobre todo por la amplia
participación de público. Las salas se repletaron en cada jornada, y
ese es el mejor premio al virtuosismo de los titiriteros y sus
muñecos, comentó el teatrista yumurino.
Otra de las cualidades más apreciables, constituyó la presencia
de diez colectivos foráneos, lo cual permitió disfrutar de diversas
posibilidades expresivas, además de aprovechar la oportunidad de
intercambiar ideas y experiencias y profundizar en el conocimiento
del arte de esta antigua manifestación, uno de los propósitos
básicos del evento.
El evento dejó también un hermanamiento entre el Taller
internacional de Títeres de Matanzas y el Festival Internacional de
Títeres de Tolosa, España.