Durante el encuentro, realizado recientemente en el Colegio de
San Gerónimo, en la Habana Vieja, conocimos de cerca a dos
investigadoras de las que resulta difícil hablar por separado,
porque —según confiesan— desde que se conocieron en el año 2003,
están inmersas en investigaciones relacionadas con la esclavitud en
Cuba.
Ellas, aunque de diferentes procedencias —María de los Ángeles
(santiaguera) y Aisnara (habanera)—, son mujeres de una
extraordinaria laboriosidad y sencillez, demostradas en las
anécdotas narradas desde que se conocieron en el Archivo Nacional de
Cuba interesadas en el tema de la esclavitud, el día en que
encontraron la primera familia esclava,... hasta las alegrías
compartidas al recibir los premios y reconocimientos.
Trabajan ambas en la dirección municipal de cultura de Bejucal,
en Mayabeque, y aunque pertenecen a una generación de historiadores
más cercana en el tiempo, son doctoras en Ciencias Históricas,
miembros de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba y recurrentes
de la Academia de la Historia. Han obtenido en coautoría importantes
premios, entre los que destacan el Regino E. Boti, del Centro
Cultural Pablo de la Torriente Brau, el iberoamericano de Ciencias
Sociales, y el de la crítica Ramiro Guerra.
Aunque de forma independiente cuentan con la autoría de varios
títulos, juntas han publicado ocho libros, entre ellos: Nombrar
las cosas. Aproximación a la onomástica de la familia negra en Cuba,
Matrimonio y familia en el ingenio, una utopía posible y
El universo de Hipólito criollo: derecho, conflicto y libertad en el
ingenio La Sonora.
Utilizan como fuentes los archivos parroquiales —poco estudiadas
en Cuba—, las que luego cruzan con las notariales y judiciales del
Archivo Nacional. También las entrevistas a descendientes de
esclavos, desde donde aportan una nueva metodología para la
reconstrucción de familias.
Es así que continúan insistiendo en las articulaciones entre la
esclavitud y la libertad, entre lo rural y lo urbano, en un espacio
donde, aunque no lo parezca, la manumisión también fue posible.
Según comentan, sus investigaciones "se convierten en lindas
historias que comienzan conociendo a las familias en un documento y
terminan en algo impactante, en historias de carne y hueso".
Increíble resulta comprender el caudal de proyectos que aún
tienen por realizar, y no escatiman para convocar a otros
historiadores a continuar investigando sobre las familias negras en
Cuba.
María de los Ángeles y Aisnara son de esos seres que ayudan a
muchos, mientras rescatan la historia, porque esta no es recuento
muerto del pasado, sino semilla viva del presente. De eso dieron fe
muchos de los presentes en el taller, quienes reconocen el quehacer
de esas estudiosas que van dejando una huella en sus obras y en ella
viven.