PUERTO PRÍNCIPE. — Unos 65 mil damnificados del terremoto de
enero de 2010 en Haití están en peligro por las inundaciones durante
la temporada de lluvias, alertó la Oficina de Coordinación de
Asuntos Humanitarios (OCHA).
La dependencia de Naciones Unidas alertó además ante el peligro
de un pico en la epidemia de cólera, que desde octubre de 2010 costó
la vida a más de siete mil personas y contagió a casi cinco por
ciento de la población.
De acuerdo con la OCHA las precipitaciones que cayeron sobre esta
capital la semana pasada causaron daños considerables a cinco campos
de refugiados, por lo que los perjuicios podrían ser mayores cuando
inicie la época de las lluvias.
"Esta situación se une a las ya difíciles condiciones de los
campos amenazados por la marcha de los actores humanitarios
obligados a partir por falta de fondos", afirmó el comunicado.
La agencia de las Naciones Unidas expresó preocupación por la
escasez de recursos para la ayuda humanitaria a Haití, cuya capital
y periferias quedaron devastadas tras el terremoto de enero de 2010.
"Con este nivel de financiación, la comunidad humanitaria no será
capaz de entregar la ayuda necesaria al gobierno haitiano para la
preparación de la estación de lluvias y la estación de los
ciclones", indicó.
Unas 500 mil damnificados del terremoto de enero de 2010 en
Haití, casi la tercera parte del total de afectados, viven aún en
campamentos de lona, según la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM).
En uno de los primeros balances realizados en julio de 2010 por
la OIM, la cifra de damnificados era de un millón y medio.
Datos de la Red Haitiana de Derechos Humanos indican que, en cada
campo, un promedio de 112 personas se benefician de una sola letrina
y solo 18 por ciento de esos lugares cuentan con lavatorios de manos
y cara.
En otros lugares, la situación es peor, como en Petit-Goave
(sur), donde hay una letrina por cada 141 personas, una ducha por
cada 185 y no existe ningún dispensario o centro de salud, afirma la
institución civil.
Las cifras estiman además que solo 48 por ciento de los
desplazados accede al agua potable.
Las condiciones sanitarias también son críticas en el resto del
país, señala la OCHA, pues casi dos años después del sismo las
calles siguen llenas de escombros, charcos y basura.
Pese a que Naciones Unidas anunció la limpieza de más de la mitad
de esos desperdicios, aún quedan por remover más de cinco millones
de metros cúbicos de ellos, una cantidad similar a la capacidad de
dos mil piscinas olímpicas, según datos oficiales.
Los escombros proceden de los más de 80 mil edificios destruidos
con el temblor del 12 de enero de 2010, que dejó 300 mil muertos, de
acuerdo con fuentes oficiales.