Sala con especial sensibilidad

Pastor Batista Valdés

 Foto del autorLAS TUNAS.— Acertado fue convertir aquel laboratorio tiflológico (concebido en el 2003 para ciegos y débiles visuales) en sala abierta permanentemente a personas con otras necesidades especiales: motoras, de audición, conducta, aprendizaje...

Apacible en medio de su constante actividad, el recinto sigue siendo uno de esos sitios anónimos donde el conocimiento halla adeptos, sin detenerse a reparar en discapacidades.

"Hoy hacemos mejor uso de las computadoras y de los medios con que cuenta la sala —admite Elizabeth Fajardo Santiesteban, especialista— no solo porque se ha incrementado el número de usuarios, sino también porque hemos puesto en práctica nuevos proyectos a favor del aprendizaje, el conocimiento y la cultura en general."

Una de esas experiencias, conocida como Los niños ríen y se abren los cielos, apunta hacia una formación más integral en manualidades, artes escénicas y sobre todo lectura, a partir de libros, ya sea en soporte digital o impreso.

Ubicada en la Biblioteca provincial José Martí, la sala fomenta también círculos de interés para la enseñanza del sistema Braille, lenguaje de señas, hábito de lectura, galas martianas, interacción entre infantes de distintas enseñanzas y festivales como el denominado Manos que ven y que hablan, para niños y adultos.

Desde el año 2006 en que se ensanchó el horizonte de este recinto, funcionan sin dificultad las computadoras con que hace ocho años echó a andar aquel laboratorio tiflológico, así como el equipo de música, el mobiliario, los textos en soporte digital y otros medios similares. El adecuado uso y conservación de estos materiales continuará siendo determinante en el empeño por llevar más conocimiento a personas que lo agradecen y necesitan de manera especial.

 

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