Lo llaman la revuelta de la patata, pues empezó con este
alimento, pero el movimiento amenaza con abarcar cada vez más
productos, y hoy en numerosas áreas del país los productores griegos
se organizan contra los especuladores.
Días atrás, en la ciudad norteña de Nevrkopi, un pequeño
agricultor decidió poner a la venta su producción de patatas entre
los vecinos al mismo precio que fijan los intermediarios, pero muy
por debajo del marcado para los consumidores finales.
El ejemplo cundió por toda Grecia y ahora son decenas las
ciudades donde la está en práctica, incluso en varios distritos de
la capital y en Tesalónica, la segunda ciudad del país.
El pasado domingo un pequeño grupo de activistas de la ciudad de
Katerini convocó a productores y consumidores y en unas horas
distribuyeron más de 75 toneladas de patatas entre un millar de
personas, a un precio ínfimo comparado con el fijado en los
comercios, señaló Prensa Latina.
Muchas personas se quejan de que mientras caen los ingresos
familiares debido a los continuos y drásticos recortes
gubernamentales, los precios de los alimentos continúan al alza, por
lo que demandan una acción directa productores-consumidores.
A su vez, los agricultores denuncian que los mediadores los
presionan a la baja con el precio de compra mientras especulan con
productos procedentes de Macedonia o Bulgaria, cuyo coste es menor,
e inundan los supermercados.
El resultado, según detalla el diario Ethnos, es un aumento medio
de los precios para el consumidor final del orden del 164 por
ciento, aunque zanahorias y tomates, por ejemplo, sobrepasan
ampliamente este margen: 277 y 263 por ciento de incremento,
respectivamente.
Por el momento los intercambios directos se limitaron a las
patatas, pero los campesinos de la isla de Creta anunciaron que
pronto procederán con el aceite de oliva y la Federación Nacional de
Criadores con la carne de cordero, muy consumida durante la cercana
Semana Santa.
Varios ayuntamientos griegos estudian la posibilidad de ampliar
la iniciativa a otros productos y comenzaron a recoger los pedidos
de los vecinos por teléfono e, incluso, mediante Internet.
Como era de esperar la peculiar revuelta preocupa a los
intermediarios, afirman medios de prensa.