Entre locos bajitos, Liuba

Madeleine Sautié Rodríguez
madeleine@granma.cip.cu

Foto: René Pérez MassolaPara niños de todas las edades, incluidos los que quedan eternamente detenidos en el corazón de los adultos, estuvo concebido el espectáculo Liuba entre locos bajitos, acaecido en el Cine Teatro Astral de la capital, donde le fue entregada a la singular cantante y compositora la condición de Embajadora de Buena Voluntad de la UNICEF en Cuba.

"Para nosotros constituye un alto honor contar con su apoyo por cuanto usted ha sido un valioso aliado de la UNICEF en el fomento de los valores humanos a través de la creación artística", reconoció José Juan Ortiz Brú, representante en la Isla de ese organismo internacional que aboga por defender los derechos de niños y jóvenes, y distingue con el reconocimiento a quienes estimulan el cambio social y las políticas nacionales que defienden estos intereses, los cuales constituyen para el Estado cubano una prioridad.

El escenario en que recibió la cantautora la digna distinción que ha honrado también a artistas como Ernán López-Nussa, Raúl Paz, X Alfonso, Lizt Alfonso, y a la compañía infantil de teatro La Colmenita, habló por sí solo sin que fuera necesario ofrecer detalladamente al público los argumentos por los que se le confirió el otorgamiento.

Imágenes de Liuba junto a niños hospitalizados, en diversas comunidades del país e internacionales y centros escolares hasta donde ha llegado de cuerpo presente su voz esperanzadora, precedieron al concierto bien dotado de alegría a juzgar por el ininterrumpido "acompañamiento coral" que le hicieran padres y niños a las más de 15 canciones interpretadas.

Temas de su autoría pero también —y tal como dijo— de esos seres que la habitan, como la niña de 30 años, la poeta tempranamente fallecida Ada Elba Pérez endulzaron, con el apacible sabor de la música y la nobleza de los sentimientos abordados en esas creaciones, una tarde de notas melancólicas, felices y enriquecedoras a un tiempo.

La nostalgia de composiciones como Ana la campana, el optimismo de Señor Arcoíris, o la fabulesca invención de El Trencito y la Hormiga, El cangrejo Alejo, El despertar y Estela, granito de canela, conformaron el reparto musical en el que hubo un sitio para homenajear a aquellos que suelen ser "nuestras primeras escuelas" en la vida, —los abuelos.

La canción de la vacuna y La muñeca fea, respectivas joyas musicales del catálogo infantil universal, de María Elena Walsh y Francisco Gabilondo Soler, pusieron a la velada una temperatura eufórica, con la primera de estas interpretaciones, para dejar a la segunda el espacio a la ternura emanada de esa historia de abandono que salvan el amor desprejuiciado de "la escoba y el recogedor".

No faltaron evocaciones a Teresita Fernández y Gabriela Mistral, tanto en las intervenciones que a ratos acotó la anfitriona —cuya formación se ha nutrido de esas fuentes inagotables del amor hacia los niños que constituyen ambas autoras— como en el propio repertorio acordado para la ocasión. Así Vinagrito y Lo feo —una de las más admirables composiciones que dignifican el valor de la verdadera belleza— hicieron posible la presencia de la primera.

La Mistral, autora de la más universal de las rondas infantiles, puso letra a la canción que, en la voz de la voluntariosa embajadora, protagonizaron los locos bajitos cuando al concluir la gala engarzaron sus manos para danzar todos juntos como si fueran una sola flor.

 

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