Para Mitt Romney, precandidato republicano a la presidencia de
Estados Unidos, el estado de Arizona es el modelo a seguir en el
establecimiento de una futura política migratoria.
Arizona no solo es el exponente por excelencia de un fuerte
sentimiento xenófobo, racista, fascista y antiinmigrante por parte
de sus autoridades, sino que ostenta la condición de ser la entidad
líder en las estrictas medidas de este tipo a nivel nacional.
En un reciente debate televisado entre el exgobernador de
Massachusetts y los otros tres aspirantes a la candidatura de su
partido a la Casa Blanca, Romney se dedicó a ensalzar las políticas
para criminalizar la inmigración ilegal aplicada por el estado
fronterizo, promotor de la cuestionada Ley SB 1070.
El político dijo que lo correcto es poner fin a las demandas
interpuestas contra las entidades que han promulgado leyes estatales
de inmigración y aseguró que, de llegar a la Casa Blanca, acabaría
con dichas solicitudes desde el primer día.
Lo que se debe hacer, afirmó, es asegurar la frontera y verificar
a través del sistema de registro electrónico E-Verify si el
trabajador está autorizado a laborar en el país. Se trata de un
programa considerado un fracaso ante su incapacidad para detectar
los casos de identidad fraudulenta.
Romney, ansioso de votos, resolvió apostar por dar luz verde a
nuevas deportaciones, vejaciones y muertes para los indocumentados,
cansados de promesas incumplidas y retórica vacía. Si bien su
posición resulta "inexplicable" para algunos ante la cercanía de las
primarias en Arizona y Michigan, programadas para el 28 de febrero,
para otros está muy clara: le interesa más el apoyo del electorado
ultraconservador, que el de los hispanos e inmigrantes en general.
Su declaración refleja el modelo de sociedad por el cual apostaría
si llegara al poder. (Leandro Maceo Leyva)