Rusia frente a la voracidad de Occidente

ALIANA NIEVES QUESADA

Estados Unidos está teniendo las cosas un poco más difíciles en su enésima intención de terminar con un gobierno extranjero. Una vez más, Washington ha dispuesto de su arsenal político para luego emplear el militar, ahora en Siria, bajo la siempre enternecedora encomienda de defender los derechos civiles. Solo que en el proceso de convencimiento internacional sobre la necesidad de otra guerra en el planeta, se ha encontrado con un adversario que hasta hace poco no lo era, al menos de forma tan definida.

Rusia dice que esta vez no. Que todo será distinto. Y para demostrarlo ha vetado junto a China dos proyectos de resolución presentados al Consejo de Seguridad de la ONU, primero por países europeos, en octubre del 2011, y luego por Marruecos, hace solo unas semanas. Precisamente fue en ese organismo donde se selló la intervención armada de la OTAN a Libia, y fueron la Liga Árabe y otros países de la región quienes tamizaron las intenciones de Washington y la Unión Europea para preparar el terreno.

En aquella ocasión, Rusia se abstuvo y la OTAN pudo atacar con el beneplácito de las Naciones Unidas. Pero con Siria el asunto ha sido diferente, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, ha subrayado que el mundo aprendió la lección y los problemas internos de un país deben resolverse a través del diálogo, sin ninguna amenaza exterior, y con este objetivo se han puesto manos a la obra.

El veto de Rusia y su rol mediador entre Damasco y las agrupaciones opositoras al presidente Bashar al Assad muestran que existen caminos alternativos a la intervención militar. Vínculos históricos unen a las dos naciones, pues el país árabe es gran socio de Moscú desde los tiempos de la Unión Soviética. En el puerto de Tartus se encuentra la única base naval rusa con salida al Mar Mediterráneo, y Siria es la quinta nación del mundo importadora de armamento ruso. Todo ello la convierte, junto a Irán, en una importante aliada de Moscú en Oriente Medio.

Esto aporta al escenario internacional algo más de balance, en momentos en que los aliados de Occidente son los únicos beneficiados por el derecho a veto que poseen los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

De esta forma, mientras varios medios informan que tropas de Reino Unido y Catar dirigen entregas de municiones y tácticas rebeldes en los ataques armados de las fuerzas opositoras de la ciudad de Homs contra las autoridades del país, un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso informó que Moscú tiene la intención de seguir trabajando con diversos grupos de la oposición que bajo varios pretextos todavía se niegan a participar en el diálogo nacional.

"Creemos que con estas agrupaciones deben trabajar también aquellos estados que tienen sobre ellos una influencia mucho mayor que la Federación Rusa", enfatiza el comunicado. "Nos guía un propósito claro y simple: es inaceptable que continúe una matanza de personas inocentes, independientemente de quien la cometa. La región necesita paz, Siria necesita paz. Las fuerzas externas deben promover el diálogo, los acuerdos, la reconciliación y evitar cualquier interferencia e incitación".

El experto en temas de Oriente Medio, Ali Rizk, explicó a la televisora Russia Today que la injerencia es señal de la desesperación que viven las fuerzas opositoras. "A Occidente no le interesa alcanzar la solución mediante negociaciones, se trata de derrocar un gobierno que les entorpece su supremacía en la región".

El gobierno estadounidense aprovecha este conflicto para desviar la atención de la propia crisis que se experimenta dentro de sus fronteras, y ya de paso Obama pone a prueba el éxito que habitualmente alcanza la mayoría de los mandatarios involucrados en un conflicto bélico, justo antes de las elecciones presidenciales.

En este caso, el pleito es a dos bandas. Su sólida postura antirrusa podría aportarle el voto de quienes echan de menos los enfrentamientos entre Nikita Jrushov y John F. Kennedy durante los momentos más calientes de la Guerra Fría. La promesa de continuar extendiendo "la democracia" por Oriente Medio, aproximándose cada vez a la fruta prohibida de todo inquilino del Ala Oeste: Irán, también podría atraer la atención de los votantes más "patriotas".

Los comicios presidenciales en Rusia también se avecinan. El próximo 4 de marzo se sabrá si el actual primer ministro, Vladimir Putin, retoma las riendas del país. Si es así, la postura de Moscú con respecto a Siria podría marcar una tendencia en las relaciones exteriores del país, algo que, sin duda, la expondría a nuevas presiones de Occidente.

 

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