El coordinador de la investigación, doctor Juan Iglesias Solís,
precisó que unos 19 mil pequeños de la cabecera provincial serán
sometidos al examen, que tiene por escenario inicial el Policlínico
Ignacio Agramonte e irá extendiéndose, gradualmente, al resto de las
ocho áreas de Salud del territorio.
La pérdida de la audición en infantes, que suele pasar
inadvertida para la familia, puede afectar la capacidad de
aprendizaje y de comunicación, y ocasionar trastornos en el
comportamiento, nivel de comprensión, desarrollo lingüístico,
rendimiento escolar y sociabilidad.
"Por eso su pesquisa a tiempo es clave", asegura la doctora
Jelinek Falcón Rodríguez, especialista de Primer Grado en
Otorrinolaringología, quien refiere que es en esas edades el momento
recomendable para la investigación, con el propósito de efectuar una
evaluación oportuna y actuar en consecuencia.
Al llegar el niño a la consulta, las licenciadas Maidelis Alba
González y Gelsi Pacheco Gómez encuestan al familiar acompañante y
efectúan pruebas valorativas preliminares, en dependencia de la
edad, a través de estímulos sonoros con diferentes instrumentos para
comprobar la respuesta del menor.
Acto seguido, la doctora Jelinek realiza una exploración del
interior del oído (otoscopia), y de no encontrarse ninguna
alteración, al pequeño se le hace el resto de las pruebas con el
empleo de un equipamiento de alta precisión, que permite hacer un
diagnóstico certero sobre cualquier tipo de enfermedad otológica.
"Con estos equipos se efectúan mediciones de la agudeza auditiva
(audiometría) y se chequea, entre otros, el funcionamiento de los
oídos interno y medio del niño, para determinar el tipo de déficit
auditivo y su cuantía", explica Eldris González Pelegrino,
licenciada en Logofonoaudiología.
Aquellos infantes que presentan algún trastorno severo pasan a
otra etapa de la pesquisa en el Hospital Pediátrico Provincial
Eduardo Agramonte Piña, donde se les repiten los exámenes y se
decide qué camino seguir.