La calidad como premisa

LEYANIS INFANTE CURBELO

Para el 2012, el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) ha anunciado un incremento en los volúmenes de productos industriales y alimenticios a ofertar por sus entidades y ha planificado que las ventas asciendan un 5,8 % en relación con lo planificado para el año anterior.

 Foto: Yaimí RaveloEn el transcurso del 2011, varios surtidos de materiales de la construcción presentaron problemas de calidad y acabado final.

Sin embargo, esta es solo una proyección, un estimado, una meta que depende para su concreción de la convergencia y correcto funcionamiento de diversos factores, hecho que redundará, en última instancia, en que toda esta mercancía no pase a engrosar inventarios envejecidos, y satisfaga de forma efectiva las necesidades de la población.

Recordemos que el 2011 dejó tras de sí el mal sabor de que las ventas de materiales de la construcción alcanzaran solo un 50 % de lo previsto, así como las de insumos agrícolas y productos de aseo e higiene liberados, tres programas que se iniciaron ese año y que, a pesar de la falta de experiencias previas en su introducción en el mercado minorista, se vieron entorpecidos por otras condicionantes.

Entre ellas podríamos mencionar los atrasos en la contratación con los proveedores y en la formulación de fichas de costo y precios (sobre todo en materiales de la construcción), deficientes o nulos estudios de mercado y pobre gestión comercial. A ello debemos sumar la mala calidad que en ocasiones presentaron las producciones ofertadas.

Recientemente Mary Blanca Ortega, ministra del sector, alertaba que era necesaria una actualización urgente en las técnicas y mecanismos del comercio por parte de directivos, especialistas y trabajadores en general.

Y es que la entrada en circulación de nuevos productos en la red de tiendas del MINCIN, y la posibilidad de adquirirlos a través de diferentes formas de pago, ha diversificado y complejizado la actividad comercial minorista en moneda nacional y ha incrementado significativamente sus planes y niveles de ventas. En este contexto, indicadores como la calidad y acabado de los productos que se ofertan, adquieren una dimensión determinante, sobre todo cuando se expenden sin subsidios, a precios más elevados.

La población, lógicamente, cuida su bolsillo, busca y exige parámetros en cada una de las ofertas que respondan a una relación coherente calidad-precio, y es deber de las instituciones de Comercio garantizarlos. De lo contrario, no importa cuán buena gestión comercial se realice o cuán eficiente sea la colocación del producto en el mercado; si no tiene calidad y un precio acorde a ella, terminará inmovilizado en un almacén.

Y esta afirmación no solo incluye los nuevos productos, tanto industriales como alimenticios, que han entrado al mercado minorista, sino también a los que tradicionalmente se han vendido en las tiendas en moneda nacional.

Por lo que unido a una correcta planificación y conocimiento de las necesidades de cada región, exigir a los proveedores el cumplimiento contractual de estos parámetros en la mercancía que se entrega, debe ocupar también un lugar importante en el esfuerzo por organizar y hacer eficiente el comercio.

En este aspecto, la industria nacional ha demostrado que debe prepararse mejor para alcanzar en sus producciones los requerimientos que la población exige.

Aunque muchos factores convergen en que un inventario sea declarado de lento movimiento, la calidad de la mercancía que se oferta va a decidir que el destino de ese producto sea el que tenía previsto. Velar por esta condición se hace indispensable, no solo para garantizar un desarrollo óptimo del comercio minorista en el país, sino como un principio inviolable de respeto al pueblo.

 

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