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Comercialización de productos agrícolas
¿El mercado en carretilla?
IVETTE
FERNÁNDEZ, SHEYLA DELGADO, y YUDY CASTRO
yudy@granma.cip.cu
Dentro del trabajo por cuenta propia, los llamados carretilleros
han venido a engrosar la lista de formas de comercialización de los
productos agrícolas. Su desempeño favorece a quien prefiere no
moverse de casa para adquirir determinado alimento o a quien vive a
una distancia considerable del mercado más cercano y esté dispuesto
a pagar un precio mayor.
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La escasez de productos agropecuarios
suele asociarse al ejercicio del carretillero, figura
aprobada para el trabajo por cuenta propia.
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Aumentar la producción y diversificar
la comercialización apuntan a ser las soluciones de la
controversia mercado-carretillas.
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En los últimos tiempos, nuestro diario ha recibido múltiples
opiniones que asocian esta figura al desabastecimiento de los
mercados agropecuarios estatales y al encarecimiento de los
productos comercializados bajo esta fórmula ambulante, redundando en
un deterioro de la capacidad de compra de la familia.
Aunque es innegable que esta actividad, como otras, precisa de un
seguimiento, control y de los ajustes pertinentes, acordes con las
situaciones que la realidad vaya presentando, también es necesario
balancear con justeza las causas de las tarimas vacías.
"EL AGRO SE MUDA"
Al cierre de noviembre, eran más de 16 000 los carretilleros o
vendedores de productos agrícolas de forma ambulatoria en el
territorio nacional y constituía la quinta actividad con mayor
número de trabajadores por cuenta propia, según datos del Minister
io de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), dados a conocer en la
Asamblea Nacional del Poder Popular. De este total, en La Habana se
concentraba, al final del mismo mes, casi el 20 %, con poco más de 3
200 carretilleros inscritos, sin contar los ilegales, que no son
pocos.
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La experiencia del devenido “mercado
mayorista de abasto” alerta sobre la necesidad de buscar
nuevas fórmulas para la comercialización.
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En la capital los carretilleros tienen
marcadas las vías por las que deben transitar y no pueden
estacionarse indefinidamente en un mismo lugar.
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El crecimiento vertiginoso de esta nueva figura, unido a la
ausencia de un mercado mayorista que la abastezca, ha impactado en
las otras formas de comercialización de productos agrícolas, lo que
se constata tanto en los mercados agropecuarios estatales (MAE) como
en los de oferta y demanda (MAOD). Estos últimos experimentan en la
capital una reducción del número de vendedores, donde determinada
cantidad de estas personas ha preferido la carretilla a la tarima
porque así pagan menos impuestos.
Por otra parte, actualmente en La Habana se recauda menos por
concepto de ventas en mercados agropecuarios estatales, lo que
claramente se traduce en menor cantidad de productos vendidos en
estos centros. Al cierre de noviembre, de un pronóstico cercano a
los 27 millones, se vendieron aproximadamente 17, según
declaraciones de Jorge García Trujillo, director de la Empresa
Provincial de Mercados Agropecuarios.
¿Pero puede pensarse que tales descensos se deban exclusivamente
a la actividad de los carretilleros?
Solo en el mes de diciembre los mercados capitalinos recibieron
poco más de la mitad de los volúmenes de productos agropecuarios
contratados. El incumplimiento de las entregas pactadas por parte de
las bases productivas es motivo reiterado del desabastecimiento.
DE NUEVO ...
LOS CONTRATOS
La comercialización de productos agrícolas es un tema crítico del
que mucho se ha hablado y en el que poco se ha avanzado, pues además
de su innegable complejidad, en ella han confluido las voluntades de
quienes ansían resolverla en beneficio de la población, y de quienes
se aprovechan de sus debilidades.
Es por ello que, a partir de incluirse entre los lineamientos
aprobados por el Sexto Congreso del Partido, la Comisión Permanente
de Implementación trabaja actualmente en este tema, con el fin
también de estimular la producción, según la información ofrecida
durante la pasada sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular
por Marino Murillo Jorge, miembro del Buró Político, vicepresidente
del Consejo de Ministros y jefe de dicha Comisión.
¿Cómo funciona hoy, a grandes rasgos? De la producción total
planificada hay una parte (21 productos específicos), que se
contrata para la distribución a los MAE, el consumo social, entre
otros destinos, y existen otros productos fuera de esta veintena que
—junto al excedente de los contratados— puede venderse libremente.
Lo anterior se corresponde con el Decreto 191 de 1994, que
establece que los productores, una vez cumplida la entrega pactada
en las relaciones contractuales con las empresas agropecuarias,
pueden vender su mercancía por libre disposición.
De todas estas modalidades se nutren los carretilleros, que como
el resto de los trabajadores por cuenta propia deben recurrir al
mercado minorista para obtener lo que precisan en el ejercicio de su
actividad, en tanto no existan posibilidades en el país de
garantizar un mercado mayorista.
Así lo ratificó la abogada Teresa Suárez Rey, especialista de
comercialización del Ministerio de la Agricultura, quien explicó a
Granma que la inexistencia de un mercado mayorista lleva a
los carretilleros, elaboradores-vendedores de alimentos y otros, a
acceder a tres vías de aprovisionamiento esenciales, conformes con
la legalidad: la adquisición de los productos agrícolas en los MAE
como el resto de la población, en los MAOD, o directamente en las
unidades productoras donde pueden acordar con los campesinos que le
vendan el excedente de la producción contratada o parte de la no
contratada para proveerse de las mercancías a comercializar luego y,
lógicamente, a otros precios.
Y como es de suponer, a "río revuelto, ganancia de pescadores",
también se desarrolla el lucro de ciertos intermediarios, que se
aprovechan de la falta de control y fiscalización por parte de las
autoridades competentes.
El carretillero es una de las figuras legalmente aprobadas para
el ejercicio del trabajo por cuenta propia como modalidad de empleo
y no un revendedor. Sí le imprime un valor agregado a la mercancía
que vende —el acercarla lo más posible al consumidor—,
y por ello cobra. La mayoría además la beneficia, limpiándola y
escogiéndola. Son trabajadores también que, en relación con los
ingresos que obtienen, pagan su tributo al fisco.
Es cierto que una desproporción entre esta alternativa y la de
los MAE —donde se trata de precios límites máximos— incide
negativamente en el poder adquisitivo de quienes no siempre pueden
comprar los alimentos "del agro" a precios de oferta y demanda;
pero, para lograr esto, más que limitar el ejercicio de esta
actividad, debe crecer la producción, que esta sea capaz de
satisfacer la demanda y proveer, de forma suficiente, a todas las
formas de comercialización.
Una simple cuenta nos demuestra que la raíz de este problema es
de índole productiva. Supongamos que un solo carretillero compre y
luego venda 200 kilogramos diarios con similar clasificación (según
el promedio estimado a partir de nuestras entrevistas); eso,
multiplicado por los más de 3 200 que hay en La Habana, daría
aproximadamente 640 000 kilogramos vendidos de form
a ambulante; o sea, apenas 640 toneladas, lo cual está muy por
debajo de las más de 3 000 diarias que necesita la ciudad.
La solución no es cerrar espacios a fórmulas de comercialización
que se diversifican, sino crear las condiciones para que coexistan
todas aquellas capaces de garantizar un suministro estable de
productos, a precios accesibles para cada sector poblacional.
LOS ÁNGULOS DE LA ILEGALIDAD
A pesar del incumplimiento de los contratos, es lógico
cuestionarse la ausencia de diversos productos en los MAE que, a su
vez, se venden en los mercados de oferta y demanda y por los
vendedores ambulantes a precios mayores. ¿Supuestamente estas formas
de comercialización no debían ser abastecidas luego de cumplir la
producción contratada con los mercados agropecuarios estatales?
José Puentes Nápoles, director de Comercialización del Ministerio
de la Agricultura, ratificó que las causas principales del
desabastecimiento de los mercados agropecuarios estatales tienen su
origen en el incumplimiento de los planes productivos y en el
irrespeto a los contratos, pues al no cumplirse con la entrega de la
producción contratada —de la cual se destina una parte para el
suministro a estos mercados— la distribución de los volúmenes y
genéricos correspondientes se ve afectada.
Es decir, puede que los productos existan, pero en lugar de ser
entregados a los MAE como se pactó, se desvíen hacia los destinos de
oferta y demanda, alegando incumplimientos.
Aun cuando se prevé subsanar las deficiencias inherentes a las
violaciones contractuales con la entrada en vigor de las
Políticas y procedimientos de la contratación de productos
agropecuarios y forestales 2012, las autoridades del MINAG y de
la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) tienen que
ser más enérgicas al exigir que se cumpla lo pactado.
La violación del contrato no debe "castigarse" con una multa
irrisoria, sino con medidas verdaderamente aleccionadoras. Por
ejemplo, ¿se arriesgaría un campesino a perder su tierra por obtener
un poco más de ganancias a costa de la ilegalidad? Asimismo, los
contratos deben ser más individualizados, en función de las
potencialidades reales de cada productor.
Ahora, no menos cierto es que en una cadena de ilegalidades,
tanta culpa tiene quien la comete como quien se sirve de ella; por
lo que si un productor o comercializador desvía parte de una
producción comprometida en beneficio de un carretillero, este es tan
responsable de lo mal hecho como el primero.
Aunque veladas, se conoce que una y otra vez se incurre en estas
prácticas ilícitas. No pocos camioneros y tarimeros —de previo
acuerdo— les suministran de manera ilegal a estos trabajadores por
cuenta propia y a los que ejercen de manera ilícita, parte de los
productos que debían venderse en los mercados estatales.
Es cierto que en todos los casos, el chofer posee una factura con
los lugares de origen y entrega, la carga, la cantidad, pero aun así
la mercancía no siempre llega a su destino.
En tanto, muchos administradores de los MAE se hacen de la "vista
gorda" y permiten que se desvíen no solo disímiles producciones,
sino el respeto a la legalidad; y hay otros que limitan las ventas,
lo cual también es una violación y atenta contra otras figuras del
trabajo por cuenta propia como los elaboradores-vendedores de
alimentos, que precisan de la adquisición de alimentos en cantidades
medianas.
Corresponde a los Consejos de Administración provinciales y
municipales —como máximos responsables de velar por esta actividad—
hacer cumplir la ley, regular debidamente el otorgamiento de
licencias, sancionar a quienes dejan desprovistos a los mercados
estatales para abastecer a otros comercializadores y proteger a los
consumidores.
No se trata de una batalla contra los carretilleros, quienes
ofrecen un servicio realmente demandado por muchas personas que
prefieren les acerquen las ofertas agrícolas a sus residencias o
centros de trabajo, sino de un llamado a las autoridades pertinentes
para ser más enérgicos contra las ilegalidades, aunque es
responsabilidad personal de los implicados ejercer la actividad
dentro de los marcos de la ley.
DE VUELTA SOBRE EL MODELO DE GESTIÓN
Con vistas a resolver esta situación, urge incrementar y
diversificar, ante todo, la producción. A cerrarle brechas a la
ilegalidad contribuirá también la conformación de un mercado
mayorista que abastezca a los vendedores ambulantes, buena parte de
los cuales —ante esta carencia— concurren al espontáneamente
devenido "mercado mayorista de abasto", ubicado en la intersección
de la Autopista Nacional y la avenida 114, en el capitalino
municipio de Marianao.
Allí, este diario constató la presencia de varias decenas de
camiones procedentes de diversas provincias comercializando sus
productos con cualquier cliente, y conoció en voz de varios
productores-comercializadores por qué les resulta más provechoso
vender directamente allí: mejores precios y la recepción directa del
dinero, sin trámites burocráticos. Ese "mercado mayorista de abasto"
se autorganizó y autorreguló.
Esta experiencia alerta sobre la necesidad de aplicar nuevas
fórmulas de gestión que logren erradicar la ineficacia de algunos
mecanismos estatales en cuanto a la comercialización, en lo que ya
trabaja, como se mencionó, la Comisión de Implementación,
específicamente en lo referente a La Habana, Artemisa y Mayabeque.
Por otra parte, cerrar el cerco a las ilegalidades y mantener
informados a los vendedores ambulantes sobre las medidas que se
tomen en lo que atañe a su quehacer, mucho puede contribuir a
ordenar esta actividad.
Con ese objetivo, en la capital se le ha dado seguimiento
particular a esta actividad, y fueron visitados los más de 3 000
carretilleros inscritos como tales, a quienes se les orientaron,
entre otras cuestiones, las vías por las cuales deben transitar
(para evitar desorden en arterias principales), así como la
prohibición de vender chícharos, arroz y papa.
Además, se ha constatado que varias carretillas,
inaceptablemente, poseen ruedas de los depósitos de basura.
Eduardo Tomé, vicepresidente del Consejo de la Administración
Provincial de La Habana, asegura que en la organización de este
ejercicio todavía hay mucho que ganar. Por ello, opina, es
perentorio que los trabajadores tomen conciencia de que su actividad
consiste en acercarles los productos a las personas en sus casas. No
se estacionarán cerca de mercados agropecuarios ni indefinidamente
en un punto fijo de la ciudad.
De acuerdo con las características de cada localidad, urge que
las autoridades territoriales ordenen y regulen este desempeño. Solo
de esta manera se avanzará en una misma senda y rendirán frutos
estas y otras iniciativas. |