Mientras
sigue abierta a la observación de la Liga Árabe y un mayor número de
periodistas, Siria afronta hoy, sin embargo, un acrecentamiento de
las maniobras políticas en su contra, en tanto avanza en las
reformas que la conducirán a un mayor pluralismo democrático,
reporta Prensa Latina.
"Siria hoy se esfuerza en varios frentes para salir de la crisis
que le han impuesto: cumple con los acuerdos firmados con la Liga
Árabe, ultima el proceso de reformas integrales, busca alternativas
para fomentar su sancionada economía y emprende acciones contra la
violencia terrorista para garantizar la seguridad ciudadana", resume
el académico Bassam Abu Abdullah.
Ya se terminó de elaborar el proyecto de la nueva Constitución,
"y hasta se discute la creación de un nuevo gobierno, que todavía no
tiene un nombre, pero en el cual estarán representados todos los
sectores de la sociedad siria, desde opositores hasta
independientes", explica el profesor de asuntos internacionales de
la Universidad de Damasco.
Lo llamarán 'gobierno de unidad nacional' o de 'alianza
nacional', o de 'coalición nacional', no sé, incluso el presidente
Bashar al-Assad manifestó que no le importa el nombre, sino que su
composición refleje todo el espectro de la vida política y social
del país, señala el experto en política internacional, quien también
se presentó como militante del gobernante Partido al-Baath.
Ese gobierno, que mantendrá al frente al-Assad, quedará
establecido en unas cuatro semanas, según estima Abdullah, cálculo
con el cual coincide también Kadri Jamil, miembro del Comité
Constitucional que discutió y elaboró el borrador de la nueva Carta
Magna, y, a su vez, preside el opositor Partido de la Voluntad
Popular.
Abdullah y Jamil, así como fuentes que trabajan en el gobierno
consultadas por Prensa Latina, pronostican que la nueva autoridad
nacional será establecida luego que la Constitución sea aprobada en
los primeros días de marzo en un plebiscito popular.
El propio presidente esbozó esa iniciativa en su discurso a la
nación a mediados de enero, días antes de que Catar y el resto de
las monarquías petroleras del Golfo Pérsico impusieran en la Liga
Árabe la exigencia de que al-Assad abandonara el poder y cediera el
cargo al vicepresidente, y este se encargara de formar un gobierno
interino de unidad nacional y convocara elecciones.
Una de las fuentes dijo que, en la nueva administración, se
evitará el nombramiento de políticos al frente de los ministerios,
en cambio, se designarán a profesionales expertos con experiencia en
las ramas, cuyo trabajo y desempeño deberán dirigir y supervisar.
Los entrevistados señalan que en las reformas hay dos elementos
relevantes en la vida interna del país: que el Partido al-Baath,
acorde con la nueva Constitución, dejará de ser la organización
rectora y dirigente de la política, el Estado y la sociedad, y
segundo que el presidente tendrá solo dos mandatos de siete años
cada uno, o sea únicamente podrá ser reelegido una vez.
Esas propuestas, así como la de creación de partidos, las nuevas
leyes de elecciones y de prensa, la separación de las ramas del
gobierno y otras, están contempladas en el proyecto constitucional
que será sometido a referendo a principios de marzo.
Respecto a la incisiva ofensiva, ahora más abierta, las cuales
tienen a Catar y Arabia Saudita como principales puntas de lanza,
Abdullah concluye que se "les está acabando el tiempo, y es
demasiado el dinero invertido y no han logrado sus objetivos".
"No han podido resquebrajar la unidad nacional, pese a la intensa
campaña mediática y abiertas exhortaciones a la sedición por canales
satelitales noticiosos y religiosos desde el exterior, especialmente
desde Arabia Saudita", asevera el profesor.
Y cada vez son más visibles las evidencias de que la llamada
revolución siria es un plan impuesto desde el exterior, no un
fenómeno auténtico de masas en el cual incluso se ha pagado a la
gente para que protestara, indicó.
Reconoce que debido a la corrupción "que se enquistó en Siria" y
las actitudes caudillistas de algunos dirigentes locales, se generó
descontento y parte de la gente protestó honestamente y demandó
cambios y reformas.
Pero aclara que esas manifestaciones, las cuales comenzaron en
Daraa en marzo de 2011, fueron utilizadas por fuerzas externas para
desatar y azuzar un conflicto interno en Siria, con el empleo
inclusive -aseveró- de mercenarios y comandos bien entrenados de
organizaciones radicales de salafistas, wahabitas y miembros
extremistas de la Hermandad Musulmana.
Al-Assad admitió los errores -recordó el profesor- y tras
escuchar a representantes de quienes se manifestaban, optó por
emprender un proyecto de reformas cuyo punto culminante será el
diálogo nacional. Desde que este proceso se inició, las
demostraciones de auténtico descontento popular -aseguró el experto-
cesaron.
Para apresurarlo, al-Assad promulgó muchas de las leyes por
decreto presidencial, a fin de no tener que esperar por el debate y
aprobación legislativa.
Abdullah afirma que las fuerzas de seguridad sirias han arrestado
en los enfrentamientos con los grupos armados a tres oficiales
cataríes, a 47 militares turcos, y también a jordanos, iraquíes y
hasta pashtunes y chechenes que han traído desde Afganistán y los
han infiltrado en Siria.
Entre los capturados -asegura- hay sirios extremistas de la
Hermandad Musulmana que estaban radicados en el Líbano. Sus
aseveraciones acerca de los arrestados coinciden con otras fuentes
consultadas por Prensa Latina.
Y sobre la utilización de mercenarios, trabajos de investigación
informativa aparecidos en varios medios, incluido el portal israelí
DEBKAFile, también señalan que Catar no solo ha canalizado sumas
millonarias para tales fines, sino incluso envió a un comandante
militar a asesorar la formación en dos campamentos en Turquía de una
fuerza extremista de intervención que han llamado Ejército Sirio de
Liberación.
Abdullah sostiene que este ha sido un plan preparado desde hace
años, en el cual han aprovechado las inclinaciones de creyentes
islámicos ortodoxos y fundamentalistas, en particular en Homs,
quienes han sido influenciados por edictos salafistas y wahabitas,
las escuelas más extremistas dentro del Islam.
Sobre la popularidad del presidente y el apoyo del pueblo a su
autoridad, el académico refiere que, según una institución en Doha,
al-Assad cuenta con el respaldo del 55 por ciento de la población de
23 millones y medio de habitantes, pero él sostiene que en realidad
un 65 por ciento cierra filas tras su líder.
Hay otro 25 por ciento -indica- crítico del gobierno, desea
reformas aunque no necesariamente un cambio de la autoridad,
mientras queda entonces de un 10 a un 15 por ciento que no quiere al
mandatario.
"Tomando como referencia los dos primeros porcentajes, entonces
al-Assad cuenta con la aceptación de la inmensa mayoría", argumenta
el académico. Otras fuentes, incluidos analistas occidentales
residentes en Damasco, tienen la misma apreciación.
A este contexto interno lo acompaña una intensa campaña política
encabezada por Francia, Estados Unidos y Reino Unido en el Consejo
de Seguridad, con el apoyo de Catar y Marruecos, este último por su
actual condición de miembro árabe no permanente en ese órgano de la
ONU, para lograr que se adopte una resolución anti-siria.
Utilizan como base un plan que impuso Catar en la Liga Árabe,
rechazado como injerencista por Damasco, de exigir que al-Assad
abandone el cargo, relegue la autoridad a su vicepresidente, este
forme un gobierno interino y convoque a elecciones.
Los patrocinadores de ese proyecto buscan el mejor lenguaje para
convencer a las otras naciones integrantes del Consejo a que lo
acepten, pero Rusia, que también presentó una propuesta de
resolución sobre Siria, insiste en que no admitirá proposición
alguna que no esté acorde con los acuerdos y protocolos firmados por
Damasco con la Liga Árabe.
Y toda discusión en ese organismo deberá tener también como base
el informe presentado por la jefatura de la misión observadora
árabe, el cual fue rechazado por los llamados Estados del Golfo,
luego de ser los que más presionaron para enviarla a Siria. Pero la
objetividad del reporte no se atiene con sus intenciones contra
Damasco, y lo obviaron.
Incluso, en la intensa actividad política en torno al caso sirio,
Moscú ha visto un creciente movimiento diplomático con la intención
de persuadirlo de que cambie su postura respecto a Siria, observó el
canal libanés Al-Manar.
Ya en la capital rusa estuvo el canciller turco Ahmet Davutoglo y
se preparan para visitar Rusia los del denominado Consejo de
Cooperación de los Estados del Golfo Pérsico, que integran Catar,
Arabia Saudita, Bahrein, Kuwait, Omán y Emiratos Árabes Unidos.
Todos quieren -afirma al Manar- reunirse con el canciller ruso
Sergei Lavrov, quien ya advirtió a su homólogo turco que Moscú
rechazará toda decisión unilateral contra Siria en el Consejo de
Seguridad.
"Estamos abiertos a sugerencias constructivas para encontrar una
solución a la crisis siria, pero no vamos a apoyar propuestas
unilaterales como las sanciones impuestas sin previas consultas con
Rusia, China y el resto de los países del Grupo BRICS (Brasil, India
y Suráfrica)", le recalcó Lavrov a Davutoglo.
Al-Manar recuerda que el secretario adjunto de Estado
norteamericano para asuntos del Oriente Medio, Jeffrey Feltman y su
asistente Fred Hof también viajaron en días recientes a Moscú y
sostuvieron entrevistas con diplomáticos locales.
Sobre los motivos detrás de esta intensificada escalada contra
Damasco, el académico Abdullah y el político opositor Jamil
coinciden en que los adversarios de Siria se sienten frustrados
porque no han podido lograr sus fines, y en especial Catar ve que le
queda poco tiempo al frente de la Liga Árabe, la cual deberá
celebrar su ya pospuesta cumbre en Bagdad, Iraq, en marzo.
De ahí que la monarquía de Doha ahora esté presionando otra vez
para que sea una vez más aplazada. Incluso algunos expertos en
asuntos del Oriente Medio estiman que a ese ente regional le queda
poco tiempo de existencia por la forma en la cual ha sido
manipulado, y el divisionismo que ya dentro de él se nota.