Excelencias:
Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer
por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales
de vida: el hombre.
Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde
para impedirlo.
Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las
responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio
ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de
políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la
pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con
solo el 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen las
dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la
energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos,
han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de
ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las
condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a
padecer.
Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de
millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar.
Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza
conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la
naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer
Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un
orden económico mundial injusto.
La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo
necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al
subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la
ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren
cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada
una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el
proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la
destrucción del medio ambiente.
Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay
que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el
planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para
que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No
más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de
consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida
humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese
toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin
contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa.
Desaparezca el hambre y no el hombre.
Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no
quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y
gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos
recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la
amenaza de destrucción ecológica del planeta?
Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la
insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será
demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho
tiempo.
Gracias. (Ovación)