Fragua Martiana, 60 años

Memoria de la rebeldía

RAQUEL MARRERO YANES
rql@granma.cip.cu

El nombre, Fragua Martiana, evoca aquellas palabras de José Martí en su folleto Guatemala, en el que expresa: "Una escuela es una fragua de espíritus: ¡Ay de los pueblos sin escuela! ¡Ay de los espíritus sin temple!".

 Foto: Yander ZamoraNo hay dudas de que lo más preciado que conserva el Museo son las canteras de San Lázaro, asegura a Granma David Hernández Duany, el director.

Hasta el más mínimo detalle de esta institución inspira respeto y solemnidad y deviene homenaje eterno de los cubanos a quien vestido de preso y atado a un grillete sentenció: "El orgullo con que agito estas cadenas valdrá más que todas mis glorias futuras... ".

Y justamente para rescatar y preservar esa historia nace la Fragua. Su creación se remonta al año 1938, cuando un grupo de martianos, encabezados por Gonzalo de Quesada y Miranda, hicieron un llamado a la nación para conservar parte de las canteras de San Lázaro y convertirla en un lugar sagrado para venerar al Apóstol de la independencia de Cuba.

Años después se logró el permiso para establecer un Rincón Martiano, pero se fue evidenciando la necesidad de contar con un local apropiado para que los Grupos Martianos desarrollaran su labor de divulgación. Luego, tras vencer numerosos obstáculos, el 28 de enero de 1952, se inauguró el Museo Fragua Martiana.

Explica David Hernández Duany, su director, que el Museo adscrito a la Universidad de La Habana fue declarado Monumento Nacional y materializa en su acción cotidiana la labor de extensión universitaria y la sedimentación de valores patrióticos y morales en las nuevas generaciones. "Esa es nuestra misión".

También realizan labores de investigación y desarrollan un sistemático programa cultural en el que involucran a la comunidad.

A seis décadas de abrir sus puertas, cada distinción o reconocimiento recibido, entre ellas la más reciente, Pensar es Servir, constituye un compromiso para el colectivo de trabajadores, que ofrece al visitante lo mejor del pensamiento martiano.

Un recorrido por las ruinas de las canteras de San Lázaro, el Jardín de los Recuerdos y el Rincón Martiano, permite adentrarnos en la vida y obra de quien fue identificado como el preso 113.

Al echar una ojeada a los objetos exhibidos en sus tres salas, llaman la atención el revólver, la almohadilla de olor regalada por María García Granados (La niña de Guatemala) y un buró utilizado como escritorio en Nueva York, entre otros.

Asimismo, la bandera cubana que ondeó en el Pico Turquino, cuando un grupo de martianos, entre ellos la heroína Celia Sánchez, colocaron una efigie del Apóstol.

 

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