 Simpático, 
			trágico, polémico y necesario son algunos de los calificativos que 
			"llueven" sobre las páginas de Los hombres de negro, obra 
			sobre el béisbol que acaba de regalarnos su autor, el periodista 
			José Antonio Fulgueiras, quien se ha propuesto con este libro, 
			presentado en la Casa de la Prensa Nacional, homenajear a esos 
			"lóbregos fiscales" que son los árbitros del béisbol cubano.
Simpático, 
			trágico, polémico y necesario son algunos de los calificativos que 
			"llueven" sobre las páginas de Los hombres de negro, obra 
			sobre el béisbol que acaba de regalarnos su autor, el periodista 
			José Antonio Fulgueiras, quien se ha propuesto con este libro, 
			presentado en la Casa de la Prensa Nacional, homenajear a esos 
			"lóbregos fiscales" que son los árbitros del béisbol cubano. 
			
			 Amado 
			Maestri, considerado por una buena parte de la afición como el mejor
			ampaya de la historia de este deporte en Cuba, abre el 
			catálogo de estos hombres cuya categórica labor les vale lo mismo 
			para recibir de los espectadores el aplauso o el vilipendio. Lo 
			secundan, entre otros, Alfredo Paz, Omar Lucero, Felipe Casañas 
			(padre), Felipe Casañas (hijo), Orlando Camp, Yanet Moreno, Melchor 
			Fonseca, José Pérez Julién, Osvaldo de Paula, Jorge Luis Pérez, 
			Eusebio Preval y César Valdés, para confluir en un espacio común 
			ensartado por anécdotas y entrevistas que revitalizan lo mismo 
			felices que tristes pasajes en los que ellos afloran como 
			protagonistas.
Amado 
			Maestri, considerado por una buena parte de la afición como el mejor
			ampaya de la historia de este deporte en Cuba, abre el 
			catálogo de estos hombres cuya categórica labor les vale lo mismo 
			para recibir de los espectadores el aplauso o el vilipendio. Lo 
			secundan, entre otros, Alfredo Paz, Omar Lucero, Felipe Casañas 
			(padre), Felipe Casañas (hijo), Orlando Camp, Yanet Moreno, Melchor 
			Fonseca, José Pérez Julién, Osvaldo de Paula, Jorge Luis Pérez, 
			Eusebio Preval y César Valdés, para confluir en un espacio común 
			ensartado por anécdotas y entrevistas que revitalizan lo mismo 
			felices que tristes pasajes en los que ellos afloran como 
			protagonistas. 
			Pero no solo para desempolvar las más acuciosas memorias de estos 
			hombres en el terreno, cuando el juego está en pleno apogeo, han 
			sido compiladas por Fulgueiras estas averiguaciones que coloca ahora 
			en bandeja de plata a los lectores. La esencia humana, y no pocos 
			momentos del universo personal de esas figuras que nos las presentan 
			en su más íntima convivencia, están también en estos textos a los 
			que se ha sumado, junto a excelentes caricaturas, un elocuente 
			testimonio gráfico que recoge imágenes en importantes momentos del 
			juego, reforzadas con oportunas y simpáticas acotaciones. 
			"Está escrito con un estilo muy ameno —expresó su presentador, el 
			colega suyo y nuestro Enrique Montesinos, presidente del Círculo 
			especializado de Deportes de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC)—. 
			Leerlo nos hace pasar un rato agradable y a la vez instructivo."
			Tubal Páez, presidente de la UPEC, refirió la gracia, la ligereza 
			y el humor presentes en el libro que abunda en un mundo poco 
			conocido que forma parte de otro (la pelota) que sí lo es por los 
			cubanos. 
			Un hilarante suceso intitulado La guerra de los árbitros, 
			en el que refiere jocosas situaciones que vivió como reportero en el 
			diario Vanguardia y otra, llamada Tremenda suspensión, fueron 
			las crónicas elegidas por Fulgueiras para ilustrar algunos 
			fragmentos del repertorio que dan cuerpo a esta entrega merecedora 
			del Premio Memoria 2009, que otorga la Editorial homónima del Centro 
			Cultural Pablo de la Torriente Brau, cuyo sello lo rubrica.