La Macagua, sede del Teatro Escambray

Como en los buenos y ahora nuevos tiempos

PEDRO DE LA HOZ y FREDDY PÉREZ CABRERA

MANICARAGUA, Villa Clara.— El Grupo Teatro Escambray (GTE) puede vivir en lo adelante, si se lo proponen sus integrantes, una nueva etapa en su derrotero por hacer del arte un instrumento que contribuya a mejorar la calidad de vida de los pobladores de esa región del centro de la Isla.

 

La renovada infraestructura de La Macagua facilita condiciones para el mejor desempeño del Grupo Teatro Escambray.

 

Omara Portuondo se funde en un abrazo con la maestra Yolanda Martínez, directora del Coro Profesional de Villa Clara.

La renovada infraestructura de La Macagua facilita condiciones para el mejor desempeño del Grupo Teatro Escambray.

La sede de esa compañía que cuatro décadas atrás, bajo el liderazgo de Sergio Corrieri y Gilda Hernández, revolucionó las artes escénicas en el país, quedó completamente rehabilitada en La Macagua, sitio ubicado en el límite de las provincias de Villa Clara y Cienfuegos.

El antiguo campamento de los fundadores, fragua de valiosas e inolvidables aventuras estéticas, ofrecía una estampa ruinosa en sus estructuras de madera, vencidas por el comején y el embate de fenómenos atmosféricos.

Un arduo proceso inversionista, que contó con la ejecución de diversas agrupaciones constructoras locales y el esfuerzo de los propios miembros del colectivo, apoyado y seguido de cerca por el Ministerio de Cultura y las autoridades del Partido y el Gobierno en Villa Clara, renovó las instalaciones con materiales duraderos y nuevas facilidades para el alojamiento de actores, técnicos y visitantes, la investigación y el montaje y ensayo del repertorio.

Este último jueves recorrieron La Macagua el ministro de Cultura, Abel Prieto; el primer secretario del Partido en la provincia, Julio Lima, directivos del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Instituto Cubano de la Música, así como un nutrido grupo de personalidades de la cultura, que comenzó la jornada con un tributo al Che Guevara en el mausoleo que guarda sus restos y el de sus compañeros de la guerrilla boliviana en Santa Clara.

Protagonistas de la historia del GTE, como Carlos Pérez Peña, Elio Martín, Miguel Carassou, Sergio González y Francisco Candelaria alentaron a los jóvenes integrantes del colectivo a continuar la saga.

Para todos resultó sumamente estimulante la presencia de Omara Portuondo, la Diva del Filin, quien comentó a Granma lo que representaba para ella constatar la pujanza y la diversidad de la cultura a lo largo de la Isla.

El dramaturgo, investigador y promotor Rafael González, director general del GTE, evocó a los fundadores, entre ellos a Nicolás Chaos, dirigente partidista del Regional Escambray de la antigua provincia de Las Villas, que apostó por la idea, y subrayó lo que significó entonces llevar adelante una experiencia artística vinculada a las transformaciones sociales de la zona.

La destacada intelectual Graziella Pogolotti encabezó a un grupo de estudiantes universitarios que se volcaron a realizar investigaciones de apoyo para la dramaturgia que surgía.

Hitos culminantes de aquellos tiempos fueron las visitas del Comandante en Jefe Fidel Castro, interesado por el impacto de las representaciones de la obra La Vitrina, de Albio Paz, en el contexto de la creación de comunidades rurales para los que hasta ese momento eran campesinos aislados.

El GTE evolucionó sus líneas temáticas en la medida que el Escambray fue cambiando, de modo que abordó problemas relacionados con las escuelas en el campo, la vida laboral y los valores éticos confrontados por el periodo especial, todo ello sin dejar de poner el acento en el trabajo comunitario, incluso fuera de Cuba, como el que realizaron hace dos años insertos en la Misión Cultura, en Venezuela.

Hoy día forman parte del colectivo jóvenes egresados de la Escuela Provincial de Arte, que entre sus logros más recientes inscriben la reanimación del Frente Infantil.

VILLA CLARA, PRIORIDADES EN LA GESTIÓN CULTURAL

La nueva realidad de La Macagua no es una excepción, sino parte de la estrategia inversionista que planificada y ordenadamente se ha llevado a cabo en el territorio con vistas a asegurar la vitalidad de las instituciones culturales.

Muestras de ello son la remodelación y ampliación del Centro Cultural El Mejunje, la conversión de la edificación del antiguo hospital psiquiátrico en la flamante Casa de la Danza, la Casa del Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz y la sede del Coro Profesional de Santa Clara que, bajo la dirección de la profesora Yolanda Martínez, dejó atrás un largo período de nomadismo. Esta última institución mereció el elogio de la maestra Digna Guerra, Premio Nacional de la Música, que compartió la inauguración del local.

Tales empeños corresponden a la necesidad de dar a la vida espiritual de los ciudadanos el lugar que ocupa en el contexto del reordenamiento y perfeccionamiento del modelo económico social cubano, aprobado por el VI Congreso del Partido.

Al comentar la entrega del conjunto de obras y las inversiones que están en marcha en Villa Clara, las cuales incluyen a varias casas de cultura, Abel Prieto dijo que tanto o más importante que la imprescindible aptitud material de las instituciones era dotarlas de vida propia, a partir de propuestas de calidad, sin concesiones a la mediocridad, el mal gusto y el facilismo.

Observó cómo no tendría sentido planificar recursos, coordinar esfuerzos constructivos e invertir parte de las utilidades de las industrias culturales si la programación es insuficiente y no se logra una verdadera identificación entre las instituciones y la comunidad.

Esto depende en buena medida de la capacidad de los que están al frente de las instituciones y, en tal sentido, valoró en Villa Clara el trabajo de Ramón Silverio, creador y director de El Mejunje, ejemplo del promotor cultural que necesitamos multiplicar.

 

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