MANICARAGUA, Villa Clara.— El Grupo Teatro Escambray (GTE) puede
vivir en lo adelante, si se lo proponen sus integrantes, una nueva
etapa en su derrotero por hacer del arte un instrumento que
contribuya a mejorar la calidad de vida de los pobladores de esa
región del centro de la Isla.
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La renovada infraestructura de La Macagua
facilita condiciones para el mejor desempeño del Grupo
Teatro Escambray. |
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Omara Portuondo se funde en un abrazo con
la maestra Yolanda Martínez, directora del Coro Profesional
de Villa Clara. |
La renovada infraestructura de La Macagua facilita condiciones
para el mejor desempeño del Grupo Teatro Escambray.
La sede de esa compañía que cuatro décadas atrás, bajo el
liderazgo de Sergio Corrieri y Gilda Hernández, revolucionó las
artes escénicas en el país, quedó completamente rehabilitada en La
Macagua, sitio ubicado en el límite de las provincias de Villa Clara
y Cienfuegos.
El antiguo campamento de los fundadores, fragua de valiosas e
inolvidables aventuras estéticas, ofrecía una estampa ruinosa en sus
estructuras de madera, vencidas por el comején y el embate de
fenómenos atmosféricos.
Un arduo proceso inversionista, que contó con la ejecución de
diversas agrupaciones constructoras locales y el esfuerzo de los
propios miembros del colectivo, apoyado y seguido de cerca por el
Ministerio de Cultura y las autoridades del Partido y el Gobierno en
Villa Clara, renovó las instalaciones con materiales duraderos y
nuevas facilidades para el alojamiento de actores, técnicos y
visitantes, la investigación y el montaje y ensayo del repertorio.
Este último jueves recorrieron La Macagua el ministro de Cultura,
Abel Prieto; el primer secretario del Partido en la provincia, Julio
Lima, directivos del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el
Instituto Cubano de la Música, así como un nutrido grupo de
personalidades de la cultura, que comenzó la jornada con un tributo
al Che Guevara en el mausoleo que guarda sus restos y el de sus
compañeros de la guerrilla boliviana en Santa Clara.
Protagonistas de la historia del GTE, como Carlos Pérez Peña,
Elio Martín, Miguel Carassou, Sergio González y Francisco Candelaria
alentaron a los jóvenes integrantes del colectivo a continuar la
saga.
Para todos resultó sumamente estimulante la presencia de Omara
Portuondo, la Diva del Filin, quien comentó a Granma lo que
representaba para ella constatar la pujanza y la diversidad de la
cultura a lo largo de la Isla.
El dramaturgo, investigador y promotor Rafael González, director
general del GTE, evocó a los fundadores, entre ellos a Nicolás Chaos,
dirigente partidista del Regional Escambray de la antigua provincia
de Las Villas, que apostó por la idea, y subrayó lo que significó
entonces llevar adelante una experiencia artística vinculada a las
transformaciones sociales de la zona.
La destacada intelectual Graziella Pogolotti encabezó a un grupo
de estudiantes universitarios que se volcaron a realizar
investigaciones de apoyo para la dramaturgia que surgía.
Hitos culminantes de aquellos tiempos fueron las visitas del
Comandante en Jefe Fidel Castro, interesado por el impacto de las
representaciones de la obra La Vitrina, de Albio Paz, en el
contexto de la creación de comunidades rurales para los que hasta
ese momento eran campesinos aislados.
El GTE evolucionó sus líneas temáticas en la medida que el
Escambray fue cambiando, de modo que abordó problemas relacionados
con las escuelas en el campo, la vida laboral y los valores éticos
confrontados por el periodo especial, todo ello sin dejar de poner
el acento en el trabajo comunitario, incluso fuera de Cuba, como el
que realizaron hace dos años insertos en la Misión Cultura, en
Venezuela.
Hoy día forman parte del colectivo jóvenes egresados de la
Escuela Provincial de Arte, que entre sus logros más recientes
inscriben la reanimación del Frente Infantil.
La nueva realidad de La Macagua no es una excepción, sino parte
de la estrategia inversionista que planificada y ordenadamente se ha
llevado a cabo en el territorio con vistas a asegurar la vitalidad
de las instituciones culturales.
Muestras de ello son la remodelación y ampliación del Centro
Cultural El Mejunje, la conversión de la edificación del antiguo
hospital psiquiátrico en la flamante Casa de la Danza, la Casa del
Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz y la sede del Coro
Profesional de Santa Clara que, bajo la dirección de la profesora
Yolanda Martínez, dejó atrás un largo período de nomadismo. Esta
última institución mereció el elogio de la maestra Digna Guerra,
Premio Nacional de la Música, que compartió la inauguración del
local.
Tales empeños corresponden a la necesidad de dar a la vida
espiritual de los ciudadanos el lugar que ocupa en el contexto del
reordenamiento y perfeccionamiento del modelo económico social
cubano, aprobado por el VI Congreso del Partido.
Al comentar la entrega del conjunto de obras y las inversiones
que están en marcha en Villa Clara, las cuales incluyen a varias
casas de cultura, Abel Prieto dijo que tanto o más importante que la
imprescindible aptitud material de las instituciones era dotarlas de
vida propia, a partir de propuestas de calidad, sin concesiones a la
mediocridad, el mal gusto y el facilismo.
Observó cómo no tendría sentido planificar recursos, coordinar
esfuerzos constructivos e invertir parte de las utilidades de las
industrias culturales si la programación es insuficiente y no se
logra una verdadera identificación entre las instituciones y la
comunidad.
Esto depende en buena medida de la capacidad de los que están al
frente de las instituciones y, en tal sentido, valoró en Villa Clara
el trabajo de Ramón Silverio, creador y director de El Mejunje,
ejemplo del promotor cultural que necesitamos multiplicar.