Cuba siempre sigue viva dentro de mi, en mis palabras, en mis
actos en mi memoria, afirmó el gran escritor uruguayo Eduardo
Galeano, al arribar hoy por al aeropuerto internacional José Martí,
de La Habana.
Galeano, quien fue recibido por el poeta Roberto Fernández
Retamar, presidente de la Casa de las Américas, inaugurará el
próximo lunes la edición 53 del prestigioso premio literario de esa
institución continental.
En declaraciones a la prensa cubana, destacó que con la Isla
tiene una relación en la que jamás ocultó sus discrepancias ni
dudas, pero tampoco su admiración por una Revolución que es ejemplo
de dignidad nacional.
También elogió la solidaridad cubana y declaró que nunca antes en
su vida había visto una entrega tan grande, una Revolución tan
entregada a los demás.
Al referirse a su libro Espejos, una historia casi universal,
cuya edición cubana presentará el próximo día 17 en la Casa de las
Américas, dijo que ya va por varias ediciones y se ha traducido a
varias lenguas.
Es una tentativa de colaborar con la recuperación del arco iris
terrestre -añadió-, al contener más colores y fulgores y ser más
hermoso que el celeste de arriba de los dioses.
Precisó que en la actualidad estamos ciegos y mutilados por una
larguísima tradición de racismo, machismo, elitismo, militarismo y
otros istmos que nos impiden reconocernos en toda la belleza posible
y, añadió, que "Espejos…"es el intento de reconocer que somos
mejores de lo que creemos.
Acerca de la izquierda en el mundo, señaló que va creciendo como
el mohito en la piedra, según decía la poetisa chilena Violeta
Parra.
Es un proceso que crece lento, como lo hace el amor, pero que
sería injusto señalar en tal o cual país, porque los procesos de
cambio, de veras, aumentan lentamente de arriba abajo y de dentro
hacia fuera, a veces silenciosos y casi secretos, abundó.
Explicó que en todas partes hay una energía de cambio que quiere
expresarse y, por suerte, da sorpresas, como el Movimiento de los
Indignados, que de pronto estalló y nadie puede parar y parece ser
una de las buenas noticias que la humanidad tiene, más allá de las
etiquetas que le quieran poner.
Puntualizó que el mundo está dividido entre los indignos y los
indignados y nadie puede ser neutral porque esta crisis que vive el
planeta entero condena a mucha gente a aceptar lo inaceptable: la
falta de trabajo, de comida y de perspectivas de vida, y la
indignación tiene tal capacidad de contagio que nada la puede parar.