China impresiona

PASTOR BATISTA VALDÉS

Con muchos más habitantes hoy (por encima de los 1 300 millones, aproximadamente la quinta parte de la población mundial), en un contexto internacional amenazado por problemas y crisis que no distinguen ni perdonan a regiones o a continentes, China parece otro país comparado con lo que fue hace poco más de tres décadas.

Foto del autorChina respira tranquilidad, progreso, bienestar, respeto por su historia…

Al margen de las estadísticas, el entorno social y económico actual confirma a punta de pupila la ascendente transformación que ha registrado El Gigante Asiático en los últimos tiempos, sobre todo desde que echó a andar el proceso de reforma y de apertura, a finales de los años setenta, concretamente en 1978, del pasado siglo, bajo la dirección del Partido Comunista allí.

Concebidas y aplicadas con gran cuidado, siempre en correspondencia con las características de esa nación, las medidas siguen delineando un avance que hoy se expresa en términos de Producto Interno Bruto (segunda economía a escala mundial), pero también en el progresivo mejoramiento de los niveles y calidad de vida, como asunto al que se le presta especial interés.

Más allá de Beijing, la capital, o de ciudades con un esplendor económico, urbanístico, comercial y financiero (Shanghai, Hong Kong, Guangzhou, Shenzhen, Tianjin¼ ) China amanece y se acuesta con renovados signos, sobre la base de una incesante actividad constructiva a prueba de la luz del día, e incluso de la noche, que aprovecha desde los más reducidos o céntricos espacios de las grandes urbes, hasta las áreas periféricas y rurales, para situar al trabajo entre los soportes del empeño transformador.

Zonas de desarrollo, como la de Pudong, en Shanghai, muy poco recuerdan el discreto uso que ayer tuvieron parte de esas tierras en la agricultura y nada tienen que envidiarles hoy a las más prósperas ciudades del mundo en infraestructura vial, residencial, transporte, nuevas tecnologías o comunicaciones, al tiempo que devienen muestra del ritmo que la máxima dirección del país pretende extender, para lograr un de-sarrollo interno más justo y equilibrado en toda la nación y superar problemas que, efectivamente, aún subsisten.

El mejor latido acerca de la realidad china, sin embargo, palpita a ras de semblante humano.

Siete "breves" días de intenso recorrido por un país tan grande, dejan, en cambio, una sensación de tranquilidad o de bienestar (notable a flor de rostro) que armoniza con otros detalles como el buen vestir, amplio despliegue del uso de la telefonía celular, modernísimas y atractivas formas para la promoción y la propaganda, florecimiento de redes comerciales, ausencia de indicios de violencia¼

Pero en medio de tan cambiante realidad, llama también la atención el sello de Presente que China le sigue imprimiendo a su historia y a su milenaria cultura, a pesar de nocivas influencias externas en el plano ideológico.

Diseminada por su vasta geografía, la red de museos, monumentos e instituciones históricas y culturales no solo constituyen fuente viva de contacto y aprendizaje, sino también interesante expresión de cómo se pueden emplear las más avanzadas tecnologías de la información visual y del arte a favor del conocimiento y de los valores, en particular de las nuevas generaciones, para las cuales, por cierto, el país reserva especial atención.

Exquisitas, la pintura, la fotografía o la escultura hallan aprehensivo complemento allí en la reproducción tridimensional de imágenes "reales" en movimiento, que rememoran sucesos y momentos de gran trascendencia, mediante una factura tan sugerente y atractiva, a través de un cristal, que parecen estar ocurriendo en el instante.

Detrás de todo ello, del auge tecnológico, constructivo e industrial, de la prominente presencia china en el comercio internacional, de la defensa de su economía y del salto que se pretende dar en el uso de las potencialidades internas para mayor bienestar social, está la capacidad de adecuar con audaz acierto a las condiciones del país alternativas que aprovechan en alto grado el poder de la inteligencia humana, el valor del trabajo, las ilimitadas posibilidades de las fuerzas productivas y el buen uso de los recursos naturales y materiales.

Y en ese contexto, siguen acentuándose las coincidencias, la amistad y la cooperación con Cuba, sobre la base de sentimientos de simpatía, respeto e identificación de puntos comunes, tal y como opinaron directivos de medios de prensa y representantes del Partido y del Gobierno chinos a distintos niveles, al intercambiar recientemente con miembros de la Unión de Periodistas de Cuba, en visita a esa nación.

 

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