CPA Omar Rivero

Cualquier cosa por la caña

DILBERT REYES RODRÍGUEZ

Desde la carretera parece la entrada a un jardín de flores y frutas, y no tanto a la unidad especializada en caña que sí es la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Omar Rivero, de Manzanillo, en la provincia de Granma.

Fotos del autorLos hombres de la Jiménez ahora están muy entusiasmados y dispuestos.

A la cerca —ni de alambres ni de cardonas, sino de floridos marpacíficos rojos— le sigue una elegante hectárea de maracuyás colgantes a más de un metro del suelo, un rancho en medio del guayabal, y luego un maizal en cosecha al borde del río; toda una buena primera impresión que sin duda difiere mucho de la monótona imagen de un cañaveral.

Sin embargo, aquí asombra todavía más llegar hasta los campos de la gramínea y admirar la invariable robustez de los plantones, que en la pasada zafra alegraron las cifras del rendimiento y el bolsillo de los obreros, al registrar un promedio de 83 toneladas por hectárea.

La CPA aportará cerca del 25 % de la caña que molerá el central Bartolomé Masó, expresó Miguel Pereira, el presidente.

Temprano, los estimados advierten otros buenos números para la Omar Rivero en la actual contienda, y a esa motivación se le sumó ahora el premio Referencia Nacional en la Producción Cañera, que por primera vez recibe una entidad granmense.

La buena nueva generó, como era de esperar, la felicitación de todos, pero al detallar los indicadores que avalan el reconocimiento, bien valían dos como esos.

Nótese que el galardón premia cotas superiores a 54 toneladas de caña por hectárea, lotes diversificados, plantaciones bien selladas, altos niveles de productividad y salario, entre otros requerimientos; mientras la Omar Rivero logra rendimiento de 83, tiene 500 hectáreas más para cultivos varios, ganadería y otras actividades, los campos bien poblados son su fuerte, y los trabajadores promedian 1 150 pesos mensuales.

UN DECRECIMIENTO ESPERANZADOR

Una de las razones de tales resultados quedó bien clara, cuando la necesidad de conversar con Miguel Pereira, su presidente, obligó a este diario a ir hasta el pie del surco, donde siempre está. "Es que el trabajo de oficina no engorda la caña", saludó.

Pereira informó que en esta campaña la CPA aportará, ella sola, aproximadamente el 25 % de toda la caña que molerá el central Bartolomé Masó, "y el volumen crecerá mucho más el año siguiente, con las áreas nuevas que estamos incorporando", aseguró.

"Nuestros altos rendimientos han sido logrados en las casi 600 hectáreas que poseíamos antes, pero desde la pasada contienda hemos sumado cañaverales muy deteriorados de otra entidad, la UBPC Jiménez", explica Pereira.

"En total, creceremos en unas 700 hectáreas, de ellas, más de 400 con siembra nueva hecha por nosotros. La diferencia ya estaba plantada, pero su índice era de unas pobrísimas 17 toneladas por hectárea.

"Ahora, fíjese si el éxito de la caña está en la atención disciplinada, que esas mismas extensiones, con solo resembrar algunas partes, cultivarle adecuadamente los retoños, limpiarlos y fertilizarlos como se debe, en solo un año han subido de 17 a 53 toneladas por hectárea.

"Entonces, claro que decreceremos porque la desproporción es muy grande entre esta parte y nuestras plantaciones tradicionales de 90 y hasta más de 100 toneladas; pero cuando en breve todo se empareje, ya no serán 600, sino 1 300 hectáreas con un rendimiento altísimo, y a la misma vez habrá 262 campesinos satisfechos por su trabajo y sus ingresos", subraya.

"A propósito de los trabajadores —afirma el presidente—, la primera medida al incorporar las nuevas tierras

fue establecer un sistema de atención al hombre que estimule realmente. Era sumamente necesario reordenar a los 95 obreros de la antigua UBPC, y para lograrlo nunca pensamos en declarar disponible a nadie; sino en sembrar más caña donde había monte y marabú, y diversificar la producción.

"¿Resultado? Hoy están los mismos 95, a razón de un hombre por cada diez hectáreas de caña, y otro pequeño grupo dedicado a la ganadería y los cultivos varios", señaló Pereira.

AVAL DESDE LA CARRETA

Todo lo confirmaron a nuestro rotativo algunos de los hombres de la Jiménez, quienes atareados con la siembra de una de esas áreas recuperadas del marabú, celebraban su nueva situación.

"Hemos mejorado en todo, y la primera muestra es el salario. Mire, antes ganábamos 275 pesos, y ahora, mejor organizados, bien dirigidos y muy estimulados, ya estamos por los 625", precisa José González, mientras acomoda los tres trozos de caña en el surco.

"Y eso es de anticipo —nos asegura Heriberto Ferrales, también detrás de la carreta de la semilla—, porque con el buen trabajo que le hacemos a la caña, los rendimientos a final de zafra van a ser muy buenos, igual que el pago. Fíjese que la pasada campaña, todavía sin estos resultados, ya obtuvimos 3 000 pesos cada uno por sobrecumplimiento".

Desde arriba de la carreta, repartiendo la semilla, Manuel Tamayo y Denis Santiago hicieron notar su entusiasmo.

"Ahora sí vale la pena trabajar la caña, y lo fundamental no es solo el nuevo precio, sino el método de dirección y el conocimiento de Pereira, el manejo de la economía, el sentirse atendido de verdad. Estamos bien dispuestos para hacer cualquier cosa por la caña", afirmaron.

Y no es cosa de juego, el límite del surco chocaba con una barrera de marabú que varios hombres derribaban a machete, y donde una grúa de dragado hacía un canal de drenaje para el agua.

El entusiasmo era evidente no solo en los rostros campesinos, sino en las cifras del trabajo: "Para sembrar nuevas tierras este año teníamos un plan de 124 hectáreas, y ya vamos por 457", ilustró Pereira.

Más allá de la caña, de la Omar Rivero podría hablarse también en otros rubros como las viandas, las hortalizas, el frijol y el garbanzo bajo una máquina de riego, las carnes de varios tipos, los 70 000 litros de leche que reparte al año entre la industria y las tres bodegas de su entorno, y hasta del contrato que ya hizo con el hotel Guacanayabo, el principal de Manzanillo, para venderle, al amparo de las nuevas leyes, algo de cuanto producto fresco salga de sus parcelas.

No hay duda, la ejemplar CPA granmense, mucho más que la reciente y merecida condición de Referencia Nacional en la Producción Cañera, cada día se consolida como una buena imagen en tiempo real, de lo que deseamos sea el futuro inmediato de la agricultura cubana.

 

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