¿Cuándo se interesará el TPI por los asesinos de
América Latina que encubre EE.UU.?
JEAN-GUY ALLARD
El
Tribunal Penal Internacional (TPI), fiel servidor de EE.UU., de las
potencias europeas y de la OTAN a la hora de perseguir a quien ha
molestado los intereses de estos, padece de ceguera crónica al no
ver que Washington, mientras denuncia y dice combatir el terrorismo,
hospeda en su territorio a connotados autores de crímenes contra la
humanidad.
Hace unos días, el Gobierno de Estados Unidos expresó que se
comprometía a descongelar el trámite de extradición del expresidente
boliviano Gonzalo "Goni" Sánchez de Lozada, solicitado hace más de
tres años por el Gobierno boliviano para ser sometido a proceso
judicial por actos de genocidio.
Bolivia reclama a "Goni" desde que huyó en octubre del 2003 a
EE.UU., donde recibió de inmediato la protección del Departamento de
Estado, tras la muerte en la ciudad de El Alto de 67 campesinos en
una verdadera masacre que también dejó centenares de heridos.
Hasta ahora, Washington ni siquiera contestaba a las solicitudes
de extradición. Tras el reciente "acuerdo marco" entre ambos países
para normalizar sus relaciones diplomáticas, la potencia imperial
consintió en renunciar a su mutismo criminal y eventualmente a
"estudiar el caso". Sin más.
El caso de Sánchez de Lozada es solo uno entre muchos de
protección otorgada por Washington a autores de actos de terrorismo
de Estado, mientras publica una llamada "lista de patrocinadores del
terrorismo", que utiliza para difamar a quien se niega a
arrodillarse ante su poder hegemónico.
UN CASO SATURADO DE PRUEBAS
En Caracas, cajas y cajas de documentos conservados en los
archivos de la Fiscalía nacional demuestran la absoluta culpabilidad
de Luis Posada Carriles como autor intelectual, junto al fallecido
Orlando Bosch, de la destrucción en pleno vuelo del avión cubano en
1973, que provocó la muerte de 76 personas. Un crimen ocurrido
mientras George Bush padre era jefe de la CIA, y comparable con el
atentado aéreo de Lockerbie, cuando el mismo Bush era vicepresidente
de EE.UU. encargado de seguridad nacional, y del cual se acusara a
Libia...y a la CIA.
EE.UU. no solo sigue negándose a enjuiciar por terrorismo o a
extraditar a Posada, a pesar de las repetidas solicitudes
presentadas por Venezuela, sino que sus funcionarios, encabezados
por el activista de extrema derecha Roger Noriega, le fabricó un
caso judicial que propició su virtual absolución de sus crímenes por
un jurado tejano.
En toda América, la responsabilidad de EE.UU. en actos
terroristas es proporcional a la actividad de sus servicios de
inteligencia. La CIA mantiene desde hace décadas en Miami una
verdadera base de operaciones, auténtico vertedero de sicarios desde
que se gastó, en los años 60, cientos de millones en operaciones de
inteligencia y terrorismo destinadas a destruir a la Revolución
cubana.
A la tropa de veteranos cubanoamericanos de la dictadura de
Fulgencio Batista, se ha sumado en el curso de los años un número
indeterminado de "refugiados políticos" procedentes de regímenes
dictatoriales latinoamericanos, cuya paternidad Washington se niega
a reconocer.
A título de ejemplo, ahí está Michael Townley, exagente de la
policía secreta de la dictadura de Augusto Pinochet y asesino
confeso del excanciller chileno Orlando Letellier. Towney fue quien
dirigió la operación criminal ejecutada por cubanoamericanos, luego
indultados por George Bush hijo.
También vive en Miami Roberto Guillermo Bravo, militar argentino
que se encargó de rematar a 16 jóvenes revolucionarios en lo que
después se llamó la Masacre de Trelew. Los tribunales de la ciudad
mafiosa siempre encontraron la vuelta para proteger a este asesino
de una eventual extradición, al país donde sus cómplices tuvieron
que responder por sus crímenes.
MIAMI, SANTUARIO DE CONSPIRADORES
Fue en Miami donde se conformó el intento de golpe de Estado
contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa. Siguen protegidos
allí los conspiradores del asesinato del fiscal venezolano Danilo
Anderson, ejecutado con una bomba bajo su vehículo.
En Miami están hospedados y protegidos por el Departamento de
Estado, golpistas como Joaquim Chaffardet —exrepresor de la DISIP
asesina— y el golpista Salvador Romani.
El 11 de julio pasado, cuatro senadores demócratas
estadounidenses enviaron una carta a la secretaria de Estado,
Hillary Clinton, en la que solicitan al gobierno de Barack Obama que
ubique a uno de los asesinos que encontraron refugio en EE.UU., en
el caso de los seis jesuitas ejecutados en El Salvador.
¿Cuándo se interesará el TPI por los asesinos en América Latina
que Estados Unidos preparó, orientó, financió y encubrió? |