Hace
poco más de un año el hecho de coquetear con el podio mundial en
Moscú —culminó quinta—, fue su credencial para considerarla como una
luchadora de grandes potencialidades.
Hoy, a la vuelta de 12 meses y a pesar de no haber tenido la
posibilidad de reeditar o superar su hazaña en la arena universal de
Estambul, la holguinera Catherine Videaux (63 kg), es considerada la
mejor de Cuba, y una de las más temidas en el planeta.
¿El por qué de tal condición? Su victoria en la final de
Guadalajara (6-2, 4-0) sobre la estadounidense Elena Priozhkova
(plata en la capital rusa, quinta en tierras turcas y verdugo de la
antillana en los tres pleitos anteriores).
A la cuarta, la vencida ¿ya le tomaste la medida a la Priozhkova?
Desde el Mundial de Moscú no hice otra cosa que pensar en ese
pleito, tenía opciones de ganarle si corregía mis errores tácticos.
Desde que llegué a la villa estaba enfocada en ganarle, no es muy
tiradora, pero defiende muy bien. Por ese motivo el combate abajo
resultaría muy difícil y aproveché mi menor estatura para buscar las
entradas al tackle y prácticamente no la dejé reaccionar.
Llegó el resultado más importante de mi carrera con 24 años y la
revancha deseada frente a una gladiadora muy fuerte y estable.
¿Alguna fórmula nueva durante la preparación?
Mucha entrega, tenía la espina del Panamericano de Río Negro’11,
Colombia, clavada ante la también estadounidense Kristie Davis,
quien me venció en semifinales y discutí el bronce. En Guadalajara
me ayudaron mucho los sparrings en los entrenamientos con
Yowlys Bonne (60) y Liván López (66), mis homólogos. Son más rápidos
y fuertes, ellos contribuyeron a aumentar mi capacidad de respuesta
y a enfrentarme a otras situaciones de combate, además, físicamente
llegué en óptima forma, sin las molestias musculares de mi muslo
derecho.
¿Qué te queda en el horizonte?
Mucho, pero las metas hay que vencerlas una por una. La inmediata
es obtener la clasificación olímpica a Londres y una vez allí luchar
hasta ver una medalla colgada en mi pecho. Las gladiadoras europeas,
y en especial la japonesa y doble campeona del orbe Kaori Icho, son
rivales muy exigentes.
El ansiado boleto deberá buscarlo en el preolímpico de las
Américas en Orlando, Estados Unidos, del 23 al 25 de marzo, donde
las dos primeras clasificarán. Pero cuidado, para acceder a ese
torneo necesita participar en el panamericano del deporte, fijado
para otra urbe norteña: Colorado Springs entre el 24 y el 26 de
febrero.
Condiciones físicas y técnicas para conseguir sus objetivos posee
Catherine, quien lleva 14 años de su vida dedicada a disciplinas de
combate, desde que su padrastro, entrenador de judo en el municipio
holguinero de Frank País, la iniciara con diez abriles.
Su carrera en el tatami igualmente fue exitosa: reina de Cuba en
las categorías escolar y juvenil, oro en un Centroamericano
universitario como miembro del equipo nacional, al que ascendió en
el año 2005 nada menos que en los 70 kilogramos, una división donde,
como se dice popularmente, la "comida" estaba durísima, con Yalennis
Castillo y su actual coequipera en la modalidad de las llaves y los
agarres, Lisset Echevarría. Ambas pasaron del judo al colchón pocos
meses antes de Cartagena de Indias’06. Incluso, estuvo a punto de
dejar el deporte, aunque eso, como ella misma confesó al término de
una sesión de entrenamiento en el Cerro Pelado, "es agua pasada".
Se impuso entonces una última interrogante, ¿el judo o la lucha?
La lucha. Es más exigente, tienes que defender en todas las
posiciones y los movimientos técnicos son más violentos. Todavía
tengo que pulir elementos técnicos y tácticos, especialmente en la
defensa y el trabajo desde los cuatro puntos, pero seguiré apostando
a mis constantes ataques e intensidad.
Los aficionados esperan que bajo los cinco aros la lucha rinda
otra actuación de relieve y mantenga por sextos Juegos Olímpicos
consecutivos la condición de contar con al menos un campeón. Ojalá
Catherine sea una de las agraciadas.