a canciller surafricana,
Maite Nkoana-Mashabane, instó este sábado a los delegados a la XVII
conferencia ambiental de la ONU a aprobar los documentos de la cita,
aunque reconoció eran imperfectos.
En la apertura de la esperada sesión plenaria, Nkoana-Mashabane
pidió que las representaciones que dieran su visto bueno a cuatro
documentos, y para ello echaran a un lado sus intereses nacionales
con el objetivo de salvar el planeta, reporta Prensa Latina.
La ministra consideró que los documentos eran un buen resultado
luego de dos semanas de negociaciones, que debieron concluir la
víspera, pero se extendieron hasta esta noche y amenazan con seguir
en la madrugada en búsqueda del consenso.
El paquete en su conjunto es integral, equilibrado y creíble,
alegó la diplomática, al tiempo que consideró que no se debía
permitir que lo perfecto sea enemigo de lo bueno y lo posible.
Nkoana-Mashabane dijo que la ausencia de un acuerdo luego de
tantos días de trabajo sería un retroceso en los esfuerzos
internacionales para controlar las emisiones de gases de efecto
invernadero.
"Este sistema multilateral sigue siendo frágil y no sobreviviría
a otro shock", exclamó, tras informar que mientras hablaba se
estaban imprimiendo los documentos que serían puestos a
consideración de las delegaciones. La ministra levantó la sesión
para el análisis de los textos.
Según la canciller, uno de los documentos extiende la vida del
Protocolo de Kioto.
El proyecto de decisión presentado la víspera supone un
compromiso de sentarse a conversar el venidero año un acuerdo que
esté listo en 2015 para tener "un nuevo marco legal aplicable para
todos" alrededor de 2020.
Además de esos tecnicismos y lenguaje retórico, el borrador no
incluye una enmienda al Anexo B del Protocolo de Kioto con nuevas
metas de mitigación de los gases de efecto invernadero bien precisas
para los países industrializados, máximo reclamo de las naciones
subdesarrolladas en esta cita.
Las cifras aparecen reflejadas como "pledges" (promesas), pero no
en forma de obligaciones cuantificadas del Protocolo, el único
instrumento vinculante que tiene la comunidad internacional para
fiscalizar el control de las metas de emisiones.
El Protocolo de Kioto fue suscrito en 1997, ratificado por 156
países y luego rechazado por dos de los principales contaminantes
del mundo, Estados Unidos y Australia.
En esencia establece el objetivo de reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero en una media del 5,2 por ciento con
respecto a los niveles de 1990, aunque en su Anexo B precisa metas
enumeradas de mitigación por cada país, que expiran en 2012.