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SOS: arrasan el bosque
RONALD SUÁREZ RIVAS
Yusniel Pérez detiene la marcha al pie del espeso tronco, cortado
con precisión a dos palmos del suelo, y sin bajarse del caballo,
advierte con tristeza: "si no se toman medidas drásticas, el bosque
se acaba".
El
empleo de motosierras permite procesar la madera en el bosque, donde
quedan abundantes residuos que constituyen material combustible y
aumentan el peligro de incendios.
Muy cerca, divisa los restos de lo que hasta hace poco fuera un
árbol enorme, de más de 40 años de edad, y también las huellas de
los mulos usados para sacarlo de la serranía.
"En toda esta zona existía una gran cantidad de madera, pero ya
va quedando poca", coincide Alejandro Caraballo, otro de los
monteros que diariamente desandan Mil Cumbres, un área protegida de
17 521 hectáreas, asentada sobre varios municipios de Pinar del Río
y Artemisa.
"Los guardabosques están trabajando duro. Se han decomisado
motosierras, arrias de mulos, monturas, pero el problema continúa".
La
falta de severidad en las medidas tomadas contra quienes provocan
escenas como estas ha impedido contener el problema.
Así lo cree también Felipe Cruz, ingeniero agrónomo e inspector
del Cuerpo de Guardabosques (CGB). "Aunque el robo de maderas
preciosas no constituye algo nuevo, en los últimos tiempos ha
crecido significativamente.
"Empezó en la zona de amortiguamiento (periferia), y al agotarse
los árboles, ha continuado avanzando, hasta llegar en la actualidad
al centro del área protegida".
Deforestación
acelerada
Con una vasta superficie que incluye varias sierras y valles,
cuatro cuencas hidrográficas y 207,8 kilómetros de ríos, Mil Cumbres
atesora una rica diversidad biológica, compuesta por más de 760
especies de la fauna y unas 1 150 de plantas, buena parte de ellas
endémicas.
Pero este importante reservorio natural comienza a verse
amenazado por la acción irresponsable del hombre.
"La tala indiscriminada de árboles de manera ilegal se ha
convertido en un serio problema", confirma Jiubel Antonio Martínez,
director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Flora y Fauna de
Vueltabajo, a cargo de Mil Cumbres.
"La población de especies de maderas preciosas que siempre
existieron en esta zona, ha mermado en cantidades considerables, al
punto de que a nuestros trabajadores les resulta difícil encontrar
las semillas para fomentar viveros", añade Jiubel.
Según Anselmo Manuel Cruz, veterinario de la Unidad de
Conservación El Caimito, quien labora en el área protegida desde
1982, el robo de madera comenzó hace alrededor de dos décadas.
Entonces, los saqueadores derribaban los árboles con hachas y luego
los sacaban de las lomas usando yuntas de bueyes.
Pero con los años los métodos cambiaron. "Hoy utilizan
motosierras y arrias de mulos, lo que les permite operar y
desplazarse con mayor rapidez, e incluso procesar los troncos en el
monte, como si se tratara de un aserrío.
"Además, han empezado a colocar vigilantes con teléfonos
celulares en los caminos, para avisar si se aproximan los
guardabosques o los trabajadores de Flora y Fauna", explica Raidel
Rodríguez, jefe de circuito del CGB, integrado por los municipios de
La Palma, Los Palacios y Consolación del Sur.
"Todo ello ocurre generalmente de noche, favorecido por las
numerosas vías de acceso creadas en la montaña", precisa Raidel.
Medidas más enérgicas
Aun así, la labor conjunta de los trabajadores de Flora y Fauna y
el CGB, ha posibilitado la captura de un grupo significativo de
personas en el intento de talar y trasladar maderas preciosas. Han
impuesto multas, y decomisado equipos y animales de carga.
Sin embargo, el jefe de circuito del Cuerpo de Guardabosques
considera que a pesar de ello, el robo no disminuye.
Una percepción compartida también por el director de la UEB Flora
y Fauna, de Pinar del Río: "El patrullaje es permanente, pero casi
todos los días aparecen evidencias de personas talando".
Entre las causas fundamentales, el funcionario refiere, de un
lado, el alto precio adquirido por la madera en los últimos tiempos
en la llamada "bolsa negra", y del otro, la falta de severidad de
las medidas tomadas con los infractores.
"Cuando capturamos a alguien en estas actividades, le aplicamos
el decreto 268 de la Ley Forestal, mediante el cual solo es posible
imponerle una multa que oscila entre 200 y 1 000 pesos, y eso, con
un trocito de cedro lo paga", admite Felipe Cruz, representante del
CGB en La Palma, donde está ubicada la mayor parte del área
protegida.
Ante el actual panorama, es imprescindible valorar que si las
formas de cometer este delito se complejizan, igual deben
perfeccionarse las acciones y medidas para impedirlo. De otra forma,
las personas seguirán incurriendo en la ilegalidad, como se ha
evidenciado en estos últimos años.
Y en efecto, quienes vivieron siempre en estas montañas (cuyo
patrimonio en 1987 se estimaba en 80 000 metros cúbicos de maderas
preciosas, principalmente de cedro, majagua, teca y caoba) coinciden
en que los daños ocasionados al bosque son cada vez más visibles.
"Parte de los animales de nuestra unidad están en el monte, por
eso chocamos frecuentemente con el desastre", lamenta Yusniel,
montero de El Caimito. Él es uno de los tantos habitantes de Mil
Cumbres que demandan acciones más contundentes, las cuales también
deben encaminarse hacia una política más intencionada de
reforestación (que no resolvería el problema a corto plazo, pero
atenuaría su impacto futuro).
En tales sentidos se hace imprescindible trabajar, a fin de
evitar que esta reserva natural, enorme y hermosa, termine
desapareciendo ante la mirada impasible de quienes tenemos la
responsabilidad de preservarla. |