EFE reseña que durante su gira electoral por el sur de la
Florida, Cain visitó el restaurante Versalles en la Calle 8 de
Miami, centro de reunión de la gusanera anticubana. Allí, el
candidato preguntó cómo se decía delicious "en cubano", con
el ánimo de expresar en español su opinión sobre la croqueta que se
estaba comiendo.
Nada, parece que ahora "el cubano" es un nuevo idioma. ¿Cómo se
atreve un aspirante presidencial a dar discursos de campaña, y,
desde su ignorancia, abogar por "incrementar la postura fuerte ante
el gobierno de los Castro"? Este señor no conoce nada de nuestra
cultura, costumbres o identidad, pero buscando congraciarse con
quienes han hecho de los ataques contra la Isla un modo de vida
bastante lucrativo, volvió a quedar como idiota.
En menos de una semana su formación e inteligencia se han puesto
dos veces en entredicho. El lunes pasado se difundió una entrevista
en la que se quedó en blanco ante una pregunta sobre la política en
Libia del presidente estadounidense, Barack Obama... Sobre Cain
pesan, además, denuncias de acoso sexual. Son ya dos las mujeres que
lo han denunciado públicamente de haberlas asaltado sexualmente en
la década de los 90, cuando era presidente de la Asociación Nacional
de Restaurantes. Otras dos lo han hecho hasta el momento de forma
anónima.
Míster Cain, ningún idioma es bueno cuando se trata de ir por el
mundo hablando boberías a cambio de votos y favores, mucho menos si
es para inmiscuirse en los asuntos internos de un país que definió
hace mucho rato su destino.