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En su aniversario 492 La Habana es cada vez más atractiva

LUZ MARINA FORNIELES SÁNCHEZ

La Habana, en particular su Centro Histórico, constituye en conjunto una de las más bellas urbes iberoamericanas.

La restauración de la Plaza Vieja es motivo de admiración para visitantes foráneos y nacionales.

De ese museo viviente, turistas y nacionales pueden recorrerlo y recordarlo todo. A los viajeros de este nuevo siglo se les presenta esta localidad marinera como una Habana diferente, nueva, emergida sobre las ruinas, restaurada ante el paso inexorable de los años.

La memoria histórica se remonta a casi cinco siglos atrás. Cuenta la leyenda que a la sombra de una ceiba, el 16 de noviembre de 1519, se fundó la entonces llamada Villa de San Cristóbal de La Habana.

Por sus innumerables valores conservados la inclusión de su Centro Histórico y el colindante Sistema de Fortificaciones Coloniales en la Lista del Patrimonio Mundial fue aprobada en la VI Reunión del Comité Intergubernamental de la Convención del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, celebrada en diciembre de 1982 en la sede de la UNESCO, en París.

Tal distinción internacional obedeció a que se consideró a ese conglomerado arquitectónico como representativo de un tipo de estructura que ilustra una importante etapa histórica y deviene, asimismo, un exponente excepcional de un asentamiento humano tradicional representativo de una cultura.

Las construcciones de mayor valor cultural han sido rescatadas de modo armónico y expresivo a través de la permanencia de la trama urbana original y de los aspectos formales básicos del conjunto.

Existen dentro del antiguo recinto amurallado edificaciones descollantes, sobre todo, en los alrededores de las Plazas de Armas, de la Catedral, la de San Francisco y la Plaza Vieja.

Para la inscripción de tan selecto entorno citadino en ese listado universal se tuvo en cuenta la existencia en esa área, de 2,5 kilómetros cuadrados, de 88 monumentos de valor histórico y arquitectónico, y 860, con méritos ambientales.

Todas esas características convirtieron a esos dominios habaneros en una de las áreas más relevantes del Caribe y entre las más notables del continente americano.

A aquel reconocimiento al país por su defensa del patrimonio cultural de la nación, se han unido otras muchas distinciones, como el otorgamiento de un premio iberoamericano a la restauración de la Habana Vieja. El jurado del Premio Reina Sofía, de España, votó unánimemente a favor de ese nuevo aval para la capital cubana.

El historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, quien desde 1981 ha trabajado allí en la materialización de este ejemplo de modelo de gestión --con un criterio de restauración integral, que incluye no solo lo arquitectónico; sino sobre todo lo social, lo arqueológico, lo cultural--, calificó ese homenaje en particular como de gran peso a escala de Iberoamérica y el orbe.

Pero esos aires renovadores exceden las fronteras de esa zona privilegiada y, pese a las carencias económicas, los restantes municipios citadinos igual van mejorando su presencia, aunque en ese sendero la andadura todavía será larga y tortuosa.

Camino de celebrar en el 2012 los tres decenios de que la UNESCO inscribiera a La Habana Vieja en su lista del Patrimonio Mundial --hoy con más de 800 integrantes: 117 de América y de ellos, ocho en Cuba--, el Centro Histórico capitalino sigue siendo místico, de un valor asentado por los siglos y con una cultura y arquitectura ricas, cimentadas en la sustancia de cada una de sus piedras, adoquines y en sus propios moradores, que la hacen auténtica y viva.

Con 492 años a sus espaldas, la indiscutible capital de todos los cubanos, esta Habana Nuestra, al decir de poetas y cantores, es cada día más atractiva y menos añeja. (Servicio Especial de la AIN)

 

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