De ese museo viviente, turistas y nacionales pueden recorrerlo y
recordarlo todo. A los viajeros de este nuevo siglo se les presenta
esta localidad marinera como una Habana diferente, nueva, emergida
sobre las ruinas, restaurada ante el paso inexorable de los años.
La memoria histórica se remonta a casi cinco siglos atrás. Cuenta
la leyenda que a la sombra de una ceiba, el 16 de noviembre de 1519,
se fundó la entonces llamada Villa de San Cristóbal de La Habana.
Por sus innumerables valores conservados la inclusión de su
Centro Histórico y el colindante Sistema de Fortificaciones
Coloniales en la Lista del Patrimonio Mundial fue aprobada en la VI
Reunión del Comité Intergubernamental de la Convención del
Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, celebrada en diciembre de
1982 en la sede de la UNESCO, en París.
Tal distinción internacional obedeció a que se consideró a ese
conglomerado arquitectónico como representativo de un tipo de
estructura que ilustra una importante etapa histórica y deviene,
asimismo, un exponente excepcional de un asentamiento humano
tradicional representativo de una cultura.
Las construcciones de mayor valor cultural han sido rescatadas de
modo armónico y expresivo a través de la permanencia de la trama
urbana original y de los aspectos formales básicos del conjunto.
Existen dentro del antiguo recinto amurallado edificaciones
descollantes, sobre todo, en los alrededores de las Plazas de Armas,
de la Catedral, la de San Francisco y la Plaza Vieja.
Para la inscripción de tan selecto entorno citadino en ese
listado universal se tuvo en cuenta la existencia en esa área, de
2,5 kilómetros cuadrados, de 88 monumentos de valor histórico y
arquitectónico, y 860, con méritos ambientales.
Todas esas características convirtieron a esos dominios habaneros
en una de las áreas más relevantes del Caribe y entre las más
notables del continente americano.
A aquel reconocimiento al país por su defensa del patrimonio
cultural de la nación, se han unido otras muchas distinciones, como
el otorgamiento de un premio iberoamericano a la restauración de la
Habana Vieja. El jurado del Premio Reina Sofía, de España, votó
unánimemente a favor de ese nuevo aval para la capital cubana.
El historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, quien desde
1981 ha trabajado allí en la materialización de este ejemplo de
modelo de gestión --con un criterio de restauración integral, que
incluye no solo lo arquitectónico; sino sobre todo lo social, lo
arqueológico, lo cultural--, calificó ese homenaje en particular
como de gran peso a escala de Iberoamérica y el orbe.
Pero esos aires renovadores exceden las fronteras de esa zona
privilegiada y, pese a las carencias económicas, los restantes
municipios citadinos igual van mejorando su presencia, aunque en ese
sendero la andadura todavía será larga y tortuosa.
Camino de celebrar en el 2012 los tres decenios de que la UNESCO
inscribiera a La Habana Vieja en su lista del Patrimonio Mundial
--hoy con más de 800 integrantes: 117 de América y de ellos, ocho en
Cuba--, el Centro Histórico capitalino sigue siendo místico, de un
valor asentado por los siglos y con una cultura y arquitectura
ricas, cimentadas en la sustancia de cada una de sus piedras,
adoquines y en sus propios moradores, que la hacen auténtica y viva.
Con 492 años a sus espaldas, la indiscutible capital de todos los
cubanos, esta Habana Nuestra, al decir de poetas y cantores, es cada
día más atractiva y menos añeja.