Así lo aseguró a Servimedia el director de la oficina de la FAO
en España, Enrique Lleves, quien se preguntó "cómo en un planeta con
tal producción puede haber gente que pasa hambre".
A su juicio, "el libre juego de la oferta y la demanda no explica
el hambre en el mundo", y ni siquiera las últimas sequías y el
crecimiento poblacional son motivo en vista de los datos.
Lleves apuntó a la falta de voluntad política de los Estados y a
la especulación con el precio de los alimentos como las principales
causas del problema, tal como recoge el libro Especulación
financiera y crisis alimentaria, de José María Medina y Kattya
Cascante.
Medina, director de la organización no gubernamental Prosalus y
coordinador de la campaña Derecho a la alimentación. Urgente,
explicó cómo el índice de precios de los alimentos de la FAO
permaneció constante entre 1990 y el 2006, con oscilaciones entre 90
y 120 puntos y una media en torno a los 100 para todo el periodo.
Sin embargo, a finales del 2006 y principios del 2007 los precios
comenzaron a subir de forma incesante y alcanzaron el índice 213 en
el 2008, señaló. Volvieron a caer en el 2009, aunque en el 2010
iniciaron otra subida (hasta los 214) y en el 2011 llegaron a
situarse en los 240 puntos, destacó Medina.
El libro también señala que el mercado de materias primas
alimentarias pasó de unos 35 000 millones de dólares en el 2004 a
acumular 350 000 millones en el 2009.
Para Medina, "el bluf de la burbuja inmobiliaria atrajo a los
fondos de inversión a este sector, que parece seguro y rentable", lo
que a su juicio explica el alza y la volatilidad en el precio de los
alimentos.
A esto hay que añadir el acaparamiento del mercado en manos de
unas pocas empresas, prosiguió este experto, y la acumulación de
tierras, sobre todo en África, donde las multinacionales se están
haciendo con grandes extensiones de terreno.
Cinco empresas controlan el 80 % de la producción y el comercio
de granos, cuatro el 100 % de las semillas transgénicas, tres
monopolizan el mercado mundial de lácteos y otras tres acaparan la
producción de maíz en el mundo, apunta en el libro.
Por ello, exigió al G-20 aprobar una regulación internacional
para limitar el porcentaje del mercado alimentario en manos de un
solo grupo inversor; establecer una tasa contra los movimientos
especulativos en este terreno; imponer una moratoria a la
compraventa de tierras, y acabar con las primas a los
agrocombustible. (Fragmentos tomados de noticias.lainformacion)