GUADALAJARA.—
Lisandra Guerra (Colón, 31 de octubre de 1987) es la gran baza del
ciclismo cubano para estos Juegos. Triple medallista del mundo en
los 500 metros contrarreloj, la sprinter matancera luce en su
palmarés nada menos que 18 medallas en Campeonatos Panamericanos
(13-4-1) desde que en el 2005 comenzó a reinar en los velódromos.
Por solo citar sus conquistas más recientes: en el 2009, en
Ciudad México, se adjudicó tres títulos. Un año después, en
Aguascalientes, ganó cuatro. Y el pasado mes de mayo, en Medellín
(Colombia), volvió a hacer su agosto con otra terna, agenciándose,
además, una presea de bronce en la velocidad por equipos junto a
Arianna Herrera.
Aparte del podio olímpico, sin embargo, su única espina clavada
es no haber acariciado un oro en los Juegos de Río de Janeiro’07,
donde la colombiana Diana María García la relegó a la plata en la
velocidad pura.
Cuatro años después, Lisandra se encuentra con una triple
posibilidad: el próximo lunes, en la velocidad por parejas
(seguramente otra vez junto a Arianna) y los 200 metros lanzados un
día más tarde, además del keirin que correrá el jueves después. Dos
modalidades estas últimas que lleva dominando en los torneos del
continente desde hace tres años.
"Aspiro a lograr esos dos oros y creo también que puedo obtener
una medalla más", afirma segura, y curada de espanto, aunque no fue
sino hasta ayer que rayando el mediodía le llegó por fin la
bicicleta para entrenar. "Hay mucha gente muy buena", dice la
ciclista, que insiste en no subestimar a ninguna de sus rivales.
Aunque pocas, muy pocas, como ella, atesoren en su casa una vitrina
tan amplia con tres medallas del orbe.