Cincuenta años de Forma Viva

Huellas de dos artistas cubanos en el más antiguo simposio de esculturas al aire libre de Europa

PEDRO DE LA HOZ, enviado especial
pedro.hg@granma.cip.cu

PORTOROZ, Eslovenia.— Por cincuenta años, contra viento y marea, esta ciudad ha acogido el simposio de esculturas al aire libre más antiguo de Europa, Forma Viva. Se trata de reunir cada dos años, en un predio en las afueras de Portoroz, llamado Lucia, a artistas de diversos países con un dominio profesional en el trabajo con materiales pétreos.

foto: Gaspar BiloslavLos escultores que participan en Forma Viva 2011 en el momento de seleccionar el material. De izquierda a derecha: Villa, Biloslav, Porcaro, el representante de la cantera y Pompili.

Tan fuerte es la impronta del evento, que el lugar donde habitan durante un mes los artistas ha pasado a ser conocido como Pensión Forma Viva, al igual que el parque aledaño donde se exhiben de modo permanente más de un centenar de obras creadas a lo largo de cinco décadas.

Cierto es que Forma Viva, en un inicio, tomó como espejo el foro de St. Margarethen, en Austria, y que son varios los eventos de la especialidad, sobre todo aquellos organizados en lugares cercanos a valiosas canteras italianas, pero la sistematicidad de Portoroz es reconocida internacionalmente.

El escultor Janez Lenassi, ya desaparecido, marcó el punto de partida en 1961. Desde 1977, Toni Biloslav, director de la red Obalne Galerije en el litoral esloveno, sostiene la tradición. Él valora de manera muy particular la huella de los dos artistas cubanos que han participado en el simposio: Juan Narciso Quintanilla (Pinar del Río, 1950) y José Villa Soberón (Santiago de Cuba, 1950). Curiosamente ambos pertenecen no solo a la misma generación, sino también compartieron estudios en la Escuela Nacional de Arte, de La Habana y la Academia de Artes Plásticas de Praga.

La escultura de Quintanilla, realizada en el 2003, se halla emplazada justo en el centro de Lucia, en una rotonda donde se ha convertido en uno de los símbolos de la urbanización, debido a la marca identitaria del trabajo del artista, una radiante floración que remata sus piezas.

El regreso de Villa a Portoroz se explica por la maestría artística que ha logrado. Al respecto, Biloslav expresó a este enviado de Granma: "Es sencillamente asombroso su dominio, tanto de las formas realistas como de la abstracción. Esto no lo consigue todo escultor, de modo que es motivo de orgullo para los organizadores de Forma Viva contar con las contribuciones del bravo artista cubano".

Entre los colegas eslovenos, que aprecian la sugerencia estilística de Villa en su pieza Regata, se ha corrido la voz, y con ella la imagen, del John Lennon de bronce realizado por Villa para un parque habanero.

En estos momentos, Villa comparte espacio con el artista norteamericano Don Porcaro y el italiano Graziano Pompili. Porcaro (Nueva Jersey, 1950) es uno de los más consistentes escultores contemporáneos de su país, donde es distinguido por la imaginación de sus creaciones, donde juega libremente, y con un refinado sentido del humor, con códigos relacionados con los mitos de las sociedades industriales. Una de sus series más llamativas, tituladas Avatar, llamó la atención por su lirismo desembozado e ingenioso.

Pompili (Fiume, 1943) es en realidad un poeta de la imagen escultórica. Un escultor que filosofa con su arte en medio de las tensiones de la época. Entre sus muestras personales destacan las realizadas en Atibes (Francia, 1996), en la galería Landaus Bauer (Frankfurt, Alemania, 1999) y la titulada Poéticamente habita el hombre en la galería Maria Cilena (Milan, Italia, 2007).

Toni Biloslav ya tuvo a Pompili no solo en Forma Viva, sino también en la galería de Piran, con la muestra Orígenes (2008) y recuerda cómo la sensibilidad del artista caló hondo en los espectadores.

Para el organizador de Forma Viva 2011, el simposio se revela como el crecimiento de una familia integrada por los escultores que actualmente participan (Villa, Porcaro y Pompili), otros que colaboran en el taller (el italiano Stefano Comelli y la británica Gail Clair Morris), y los eficientes asistentes (el esloveno Zlavko Franca y los eslovacos Peter Durek y Roman Gazic), todos con un mismo objetivo: enaltecer el espíritu humano.

 

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