La policía pakistaní interroga hoy a varios
sospechosos de estar vinculados con la oleada de violencia sectaria
en la provincia de Baluchistán, uno de cuyos últimos episodios fue
la matanza de 13 chiitas el martes último.
El miércoles las autoridades realizaron una redada
en Quetta, la capital del territorio, y detuvieron a unas 70
personas en relación con el hecho. Algunas fueron liberadas ya, pero
unos 50 siguen bajo investigación, reportó Prensa Latina.
Hace dos días, hombres armados no identificados
emboscaron a un autobús a bordo del cual viajaban 20 musulmanes
chiítas que iban a trabajar en un mercado de verduras, los hicieron
descender del vehículo y dispararon sobre ellos a mansalva. Trece
murieron y seis resultaron heridos.
El pasado 19 de septiembre, también en el suroeste
de Baluchistán, varios sujetos tirotearon un autobús repleto de
peregrinos chiítas en tránsito a Irán y mataron a 26 de ellos. La
proscrita organización Lashkar-e-Jhangvi, integrada por extremistas
sunitas, se atribuyó el ataque.
Pakistán es un estado musulmán con mayoría suní.
Aunque ambas comunidades conviven en paz, algunos grupos extremistas
de bando y bando solventan desde la violencia sus diferencias
respecto al verdadero sucesor del profeta Mahoma, un cisma que data
del siglo VII.
Organizaciones internacionales de defensa de los
derechos humanos han señalado que el fracaso del gobierno para
disolver a los grupos extremistas responsables de estos ataques pone
en entredicho su compromiso de proteger a todos los ciudadanos.