PUERTO
PADRE.— Saben quienes trabajan en el coloso azucarero Antonio
Guiteras que muchas miradas y expectativas van a girar en torno al
comportamiento de las plantaciones cañeras y de la industria aquí,
cuando cortes y molida den comienzo a la venidera contienda.
No es preciso detallar lo que significaría para la economía
nacional todo cuanto pueda aportar el mayor productor cubano de
azúcar, justamente a un siglo de haber empezado a hacer historia:
enero de 1912.
Como el asunto demanda más acciones concretas que compromisos
verbales, se obra bastante en áreas como las de basculador y
molinos, con el propósito de montar un tercer juego de cuchillas
picadoras de caña, modificar el ángulo de la estera principal de la
gramínea que alimenta al tándem, instalar un segundo tambor
rotatorio para el colado del jugo, en tanto deben sufrir
modificaciones las mesas de ferrocarril para el tiro directo de
camiones.
Construir un clarificador en el área de evaporación, montar
cuatro cristalizadores, cambiar dos juegos de placas e instalar una
centrífuga forman parte también de las labores, junto a mejoras en
una caldera, la perspectiva de sustituir tres conductores de vapor
por uno de mayor diámetro y concluir la construcción de una casa de
bagazo mecanizada para favorecer la retroalimentación y humanizar el
trabajo.
Tales inversiones deben conducir a resultados superiores. Otra no
puede ser la respuesta como colofón de esos trabajos, cuando se
espera un incremento en la capacidad potencial y un control más
riguroso sobre los indicadores de eficiencia.
No puede quedar el gigante puertopadrense en la discreta
contribución de la última contienda (poco más de 65 000 toneladas),
si de verdad quiere corresponder a los recursos que se están
invirtiendo y el ya mencionado centenario de la industria.