Este
3 de octubre se cumplen 50 años del vil asesinato del joven
alfabetizador Delfín Sen Cedré, cuyo único delito fue tratar de
borrar de su terruño la ignorancia heredada del capitalismo.
Este joven, que ya tenía una trayectoria destacada al servicio de
la Revolución, en la lucha contra la tiranía batistiana y frente al
bandidismo en el Escambray, no dudó un instante en incorporarse a la
Campaña de Alfabetización ante el llamado de Fidel, integrando las
brigadas obreras Patria o Muerte. Fue ubicado en la finca Novo,
término municipal de Quemado de Güines, en la antigua provincia de
Las Villas.
Exactamente, el 3 de octubre de 1961 bandas
contrarrevolucionarias armadas y organizadas por la Agencia Central
de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos lo estrangularon lentamente
y luego lo colgaron de un árbol, a pesar de que ya estaba muerto.
Más conocido como El Chino, integró la lista de los maestros
asesinados durante aquella campaña que había comenzado el 1ro. de
junio de 1961, la cual convirtió a Cuba en el primer territorio
libre de analfabetismo en América Latina y puso de manifiesto el
humanismo de la naciente Revolución.
Los llamados "alzados" en la región central cubana trataron de
impedir a toda costa que aprendieran a leer y escribir los iletrados
de Novo, en Quemado de Güines, donde Sen Cedré recibió la encomienda
de alistar el campamento como albergue.
Sin embargo fracasaron en su intento de impedir el funcionamiento
del plantel por el hombre que no solo enseñaba, sino que también
llevaba a los niños enfermos a hacerse análisis médicos, repartía
entre ellos medicinas y comida e incluso le regaló sus botas nuevas
a un campesino.
En momentos en que los brigadistas impartían clases en las casas
de sus alumnos, los bandidos colocaron mensajes amenazadores en el
campamento para que abandonaran la zona.
Alguien lo alertó y le propusieron una pistola para su defensa,
pero respondió tajante: "Nuestra arma es el lápiz y la cartilla".
Aquella noche, un grupo numeroso de contrarrevolucionarios rodeó
el cuartel de educación.
"Aparecieron con sus fusiles encañonándonos y preguntando por el
chino comunista", relató después uno de los alfabetizadores.
— "Soy yo", dijo Delfín.
—"Ahora te vamos a enseñar a ser comunista", replicó otro de los
asesinos.
Poco antes de morir, el 17 de septiembre de 1961, Delfín había
escrito una carta a su hermana Teresa, en la cual le expresaba:
"(...) porque esta Revolución es el futuro glorioso, no podemos más
que llevar a cabo cuanto sacrificio nos imponga, pues nuestro
descanso sólo estará en la tumba, que es el descanso del
Revolucionario (...)".
En la despedida de duelo, el entonces ministro de Educación,
Armando Hart Dávalos, denunció el hecho terrorista y a su verdadero
responsable, el gobierno yanki, empeñado en frustrar el noble
propósito de barrer el analfabetismo en Cuba.
La muerte de Delfín Sen Cedré forma parte de la larga lista de
acciones perpetradas por el bandidismo en los primeros años de la
Revolución, que costó la vida a 549 personas, entre ellas a los
alfabetizadores Conrado Benítez García y Manuel Ascunce Domenech,
además de unos tres mil heridos.