China camina por senderos seguros

CLAUDIA FONSECA SOSA

Sesenta y dos años han transcurrido desde que el presidente Mao Zedong fundara el 1ro. de octubre de 1949 la República Popular China. Desde entonces, la nación asiática se ha convertido en la segunda economía mundial y en el país en vías de desarrollo con mejores posibilidades de acrecentar el bienestar de los suyos.

En el XII Plan Quinquenal firmado en marzo último, la Administración china proyectó un crecimiento promedio de 7 % para cada año. Durante este periodo, los chinos se enfocarán en la reconversión tecnológica de las empresas, el lanzamiento al mercado de productos novedosos y la creación de marcas industriales.

Según expertos internacionales el lanzamiento del Tiangong (Palacio Celestial) la víspera, representa otro salto en el desarrollo de los vuelos espaciales tripulados chinos.

Otros puntos del Plan buscarán elevar aún más los niveles de vida de la población china. El Gobierno se propone forjar un gigantesco contingente de personas altamente calificadas, y con ese fin dedicará cuantiosos recursos a la innovación científica y tecnológica. Extenderá la cobertura de los sistemas de seguro básico de vejez y asistencia médica, y continuará animando el control de la natalidad.

Para los próximos cinco años, China proyecta reforzar la agricultura y mejorar las habilidades técnico-profesionales de los campesinos; así como crear 45 millones de nuevos puestos laborales urbanos, y mejorar la distribución del ingreso.

Un informe del Banco Asiático de Desarrollo (BAD) pronostica que el consumo interno, la inversión futura, y los proyectos estatales de urbanización y construcción masiva de viviendas, se convertirán en importantes fuerzas propulsoras para el incremento del PIB chino. Así también, datos publicados recientemente por el Economist Intelligence Unit (EIU), aseguran que su índice de exportaciones ha recuperado los niveles que tenía poco antes de la crisis mundial.

Incluso el FMI afirma que la política de apertura al exterior que emprende el gigante asiático beneficia no solo a su economía interna, también aporta a la estabilidad y prosperidad de la economía global; lo que ratifica que el modelo asiático de mercado socialista camina por senderos seguros.

De acuerdo con el reporte del EIU, la participación china en el comercio mundial se ha multiplicado casi por diez en las tres últimas décadas. Desde el 2001, la nación oriental ha aumentado de manera constante su proporción en las exportaciones manufactureras globales. Es probable que esta tendencia de incremento —en un punto porcentual por lustro— se mantenga durante la próxima década.

En algunos años Beijing podría extender su participación en el mercado de productos de capital y tecnologías avanzados, dominado en estos momentos por economías del primer mundo. El país ya incursiona con éxito en la exportación de microchips, equipos para la comunicación y la información; aunque aún no es notable su impacto en el mercado de automóviles, productos farmacéuticos y fabricación de aviones.

Durante décadas, China ha tenido que sortear diferentes obstáculos en el camino hacia su desarrollo: la creciente escasez de recursos naturales como el agua potable, el petróleo y el suelo cultivable, la contaminación ambiental, las desigualdades entre el campo y la ciudad; la amenaza de intentos desestabilizadores desde el extranjero, y de aquellos que pretenden desconocer el principio de una sola China.

No obstante, el país crece en busca de soluciones a sus problemas internos, y se desarrolla de modo pacífico, abogando por el multilateralismo y la estabilidad mundial.

 

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