Adiós a Adria Santana

Fallece una de las grandes actrices cubanas

Amelia Duarte de la Rosa
amelia@granma.cip.cu

Actriz versátil, de carácter fuerte y temperamento, Adria Santana —una de las figuras más notables del arte dramático cubano en las últimas cuatro décadas— falleció a los 62 años en la madrugada del viernes en La Habana, víctima de cáncer.

La intérprete, nacida el 16 de diciembre de 1948 en Las Tunas y graduada de la Escuela Nacional de Arte, cosechó una importante carrera tanto en el panorama teatral como audiovisual de la Isla. Integrante del emblemático Teatro Estudio durante veinte años, Santana protagonizó obras significativas del movimiento teatral de los años 60 y 70 bajo la batuta de directores de la talla de Vicente y Raquel Revuelta, Berta Martínez, Martha Valdés y Armando Suárez del Villar.

En los años 80 se convirtió en la actriz fetiche del director Abelardo Estorino, quien escribió especialmente para ella el monólogo Las penas saben nadar, obra que mereció numerosos reconocimientos internacionales, entre ellos el premio de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York en 1997 y el Premio a la Mejor Actuación Femenina en el Festival Internacional del Monólogo de Miami en el 2001. De su relación con el dramaturgo también surgieron exitosas puestas en escenas como Vagos rumores, Ni un sí ni un no y Medea sueña Corinto.

Sin embargo, aunque las tablas fueron el fuerte de su carrera artística, Adria igualmente incursionó en la televisión y el cine. Series televisivas como La Delegada, El año que viene, Doble juego y Añorado encuentro, que recién terminó de transmitir la TV, también confirmaron su maestría en la interpretación. En el cine realizó destacadas actuaciones en películas como Polvo rojo (1982), Jíbaro (1984), Isla negra (1995) y Casa vieja (2010), adaptación de Lester Hamlet del conocido texto de Estorino, que fue su último desempeño en la pantalla grande.

Bella, alegre y auténtica, Adria Santana fue una de las más grandes actrices que ha tenido y tiene Cuba. Con su muerte, la interpretación cubana pierde a uno de sus más valiosos y tenaces exponentes. Cumpliendo su última voluntad, sus restos serán cremados.

 

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