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Así deben despegar las inversiones
¿Cómo alcanzó el aeropuerto de Varadero su segunda
juventud?
VENTURA DE JESÚS
La ampliación del aeropuerto de Varadero es una obra constructiva
objeto de admiración. Esta vez no hubo que lamentar la angustia e
ineficiencias de otros procesos inversionistas. La entrega de los
distintos ciclos productivos se llevó a buen término y con calidad.
A
juicio de expertos se debió a que las cosas se hicieron
sencillamente como es debido. Hubo orden, y no faltó la disciplina,
que es el alma de toda obra, como reconoció el viejo constructor
Alcides Meana, director de la Empresa de Servicios de Ingeniería de
Matanzas.
Aunque no se dio por satisfecho de forma absoluta, el general de
división Antonio Enrique Lussón, vicepresidente del Consejo de
Ministros y Héroe de la República de Cuba, exaltó la unión lograda
entre todas las fuerzas, durante su visita aquí el pasado fin de
semana.
Tras reconocer la armonía alcanzada en ese complejo engranaje de
inversionistas-contratistas-proyectistas-suministradores y
constructores, comentó que se sentó un precedente en cuanto a la
cooperación entre todos los implicados, y se definieron las
responsabilidades de cada una de las partes involucradas. Solo así
se pueden concluir las obras sin exceder el presupuesto, en el plazo
fijado y con calidad, precisó.
También elogió el uso de componentes nacionales en la obra,
ejecutada a un costo 30,5 millones de dólares. Indicó que las
columnas que sostienen la instalación se construyeron en la
provincia de Las Tunas, con un notable ahorro en la importación.
PRINCIPIO BÁSICO
Jorge Serpa Delgado, administrador del proyecto inversionista,
considera que se puso el empeño suficiente para evitar violaciones
que atentaron contra el buen desempeño de otros proyectos. Se ajustó
a la premisa de contar con un estudio de factibilidad previamente
aprobado, así como una adecuada preparación incluyendo los
proyectos, las correspondientes licencias ambientales y de
Planificación Física y se definieron las fuerzas constructoras e
inversionistas que las ejecutarían, regido por un cronograma
definido.
"Es fácil suponer la complejidad de una obra tan costosa y en la
cual participaron 47 empresas, encabezadas por las fuerzas
constructivas del grupo empresarial del MICONS en Matanzas. Ante la
magnitud de los trabajos la organización fue un principio básico y
primó la comunicación constante entre todos para sustentar las
decisiones. Eso fue cardinal para garantizar la continuidad en la
ejecución."
EL MAYOR DESAFÍO
El hecho de que desde el inicio de la etapa constructiva, en
septiembre del 2009, no se interrumpieron en momento alguno las
operaciones aeroportuarias ni el servicio al turismo internacional
constituyó un gran desafío para los constructores.
"Los obreros dieron una gran lección de disciplina y
organización", comentó Miguel Muñoz Gutiérrez, de la ECOING No. 9,
fuerza principal en las tareas de extensión del aeropuerto.
"Siempre nos subordinamos a las operaciones aeroportuarias. A
veces comenzábamos a laborar a las 7:00 a.m. y un par de horas
después debíamos retirarnos para no interferir en la llegada o
salida de pasajeros. Luego nos incorporábamos al trabajo otra vez.
Ese inconveniente a veces provocó tensión y demandó extender la
jornada laboral.
"Algo que sirvió de motivación a los constructores fue el sistema
de vinculación en función de los resultados", expresó Gutiérrez.
En la plataforma de estacionamiento de aeronaves se fundieron 13
000 metros cúbicos de hormigón sin problema alguno. Es un buen
ejemplo del rigor en todas las fases de la obra.
"La presencia de más de 350 obreros inmersos en labores
constructivas y 500 en los momentos pico dice a las claras que fue
una prueba dura.
— ¿Alguna insatisfacción?
— "Tuve el privilegio de encabezar el equipo de contratistas
durante la primera ampliación en 1997. En aquella ocasión se trabajó
bien, con indicadores altos de eficiencia, pero creo que en esta
oportunidad el resultado es superior. Es difícil no señalar fallas;
siempre hay inconformidades, pero estamos contentos", respondió
Alcides Meana.
GARANTÍAS PARA UN IDEAL
El aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez se resiste a
envejecer. Desde que se fundó en 1989 ha ido creciendo a la par que
el polo turístico de Varadero. En 1997-1998 fue agrandado por
primera vez, y recién ha concluido la segunda etapa constructiva de
su ampliación, calificada por los especialistas como un proyecto
inversionista notablemente eficiente.
En esta ocasión el crecimiento prácticamente duplica la capacidad
operacional de la terminal aérea y la dota de equipamiento más
moderno para el servicio a las aeronaves. Según Manuel de Jesús
Vázquez, coordinador general del aeropuerto y uno de los fundadores,
lo esencial es que los trabajos de extensión permiten elevar la
calidad de los servicios a los pasajeros tanto a su llegada como a
la salida de la terminal.
Los trabajos realizados garantizan un servicio de calidad y
brindan seguridad a los viajeros. Además de esos atributos, la
terminal apenas rebasa los 18 minutos de tiempo de estancia de los
pasajeros. Entre las mayores aspiraciones de un turista luego de
poner un pie fuera del avión es que los trámites aduanales y de
inmigración sean lo más veloces posibles para llegar cuanto antes al
destino prefijado.
Ese ideal lo tienen garantizado en el Aeropuerto Internacional
Juan Gualberto Gómez.
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Fundado por Fidel el 25 de septiembre de
1989, el aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez
atiende aproximadamente el 25 % de los pasajeros que llegan
a la Isla y recibe más del 70 % de los vacacionistas que
eligen al balneario de Varadero como destino turístico.
El segundo aeropuerto en importancia del
país volvió a rejuvenecerse poco más de 20 años después de
su nacimiento. Quizás dentro de cinco o seis años vuelva a
resultar pequeño ante el impetuoso crecimiento del polo
turístico de Varadero. |
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