Un atentado suicida con bomba en medio de una ceremonia fúnebre
causó este jueves la muerte a 31 personas y heridas a otras 50 en el
noroeste de Pakistán.
El atacante hizo detonar el artefacto explosivo que llevaba
adherido al cuerpo cuando cientos de personas asistían a los
funerales de un jefe tribal del distrito de Bajo Dir, en la
turbulenta provincia de Khyber Pakhtunkhwa, fronteriza con
Afganistán, reporta Prensa Latina.
Aunque ninguna organización ha reivindicado la acción, medios
policiales y de prensa dieron por sentado que la perpetraron los
talibanes en tanto el occiso lideraba una milicia local encargada de
combatir a los insurgentes y la mayoría de los asistentes al sepelio
eran miembros de esa fuerza.
En los últimos días, el Gobierno desplegó un fuerte contingente
militar en los límites con Afganistán, en especial en los distritos
de Chitral y Bajo y Alto Dir, donde con frecuencia ocurren ataques
del Talibán y de redes terroristas asociadas a Al Qaeda que tienen
sus bases en la vecina nación.
El 27 de agosto último, unos 300 militantes atacaron siete
puestos de control en Chitral y mataron a más de 20 agentes de
seguridad.
Cuatro días después, unos 30 de niños y jóvenes que celebraban el
cierre del mes sagrado del Ramadán y se acercaron o pasaron
inadvertidamente hacia la provincia afgana de Kunar, fueron tomados
como rehenes por un grupo de talibanes paquistaníes activos en ese
territorio. La mayoría sigue en su poder. El pasado martes, un grupo
de hombres armados, presuntamente talibanes, tiroteó un ómnibus
escolar en la zona de Mattani y causó la muerte a cinco niños y al
conductor del vehículo. Una docena de menores y dos maestros
sufrieron heridas.
A lo largo de los más de dos mil 400 kilómetros de frontera
paquistano-afgana suelen suceder hechos de esa naturaleza, pero
Estados Unidos considera al segmento cubierto por la provincia de
Khyber-Pakhtunkhwa como el lugar más peligroso del planeta.
Aparte de la actividad de los talibanes y Al Qaeda, el territorio
también es escenario de frecuentes episodios de violencia sectaria
entre musulmanes chiítas y sunitas, estos últimos mayoritarios, lo
que de conjunto ha forzado a unas seis mil familias a huir a otras
zonas.