Juventud y experiencia se funden en la 9 de Abril

En la industria sagüera, jóvenes y experimentados trabajadores desafían cada día las altas temperaturas con el objetivo de mantener viva la industria azucarera

FREDDY PÉREZ CABRERA

SAGUA LA GRANDE.— José Manuel Carneado no ha tenido otro centro de labor que no sea la fundición sagüera 9 de Abril. Él estuvo presente en el primer encuentro del colectivo con el Che, recién nombrado ministro de Industrias, y aunque era muy joven, aún recuerda la alegría reflejada en el rostro del Héroe de la Batalla de Santa Clara, y el compromiso contraído con él de no dejar morir la fábrica.

La elaboración de mazas para centrales continúa siendo una de las producciones básicas de la fábrica.

Y así ha sido. De los talleres de la 9 de abril salieron la mayor parte de las piezas y equipos que durante muchos años mantuvieron a la industria azucarera como nuestra principal fuente de ingresos, y a otras fábricas que también necesitaron de su concurso.

Hernando Rodríguez Regalado, el joven director de la fundición, explica que tras la reorganización acometida en el sector, continúan apoyando las entidades en activo, asumiendo, además, otras tareas. Entre las principales producciones se mantienen la fabricación de las potentes mazas destinadas a los centrales, raspadoras, tambores, copling para los molinos y alrededor de 14 tipos diferentes de bombas, la mayoría de las cuales son confeccionadas únicamente allí.

También cuentan con una unidad de pailería, capaz de producir equipos tecnológicos como condensadores, filtros y estructuras para calderas de 110 toneladas, con destino a producciones alcoholeras en Venezuela.

Asimismo, se han insertado en algunos programas del ALBA, tributando mazas para centrales azucareros y alcoholeros, que se montan actualmente en la República Bolivariana de Venezuela, aportando, además, algunos elementos destinados a las plantas de tratamiento de agua de esos ingenios.

Familias enteras han curtido su voluntad apegados a los hornos de la fundición 9 de Abril, de Sagua la Grande. La mayoría de sus trabajadores fueron llevados allí por sus padres, cuando apenas eran unos adolescentes, y muchos aún permanecen en su puesto de labor preparando la reserva, en un alarde de tradición por la profesión.

A cada paso, por los diferentes talleres, encontramos a obreros que superan los 35, 40 y hasta 50 años de trabajo en la fábrica, y a otros que, como Vicente Hernández Rodríguez, han tenido a la fundición como su único centro laboral. Junto a ellos, decenas de jóvenes beben de esa experiencia, con el objetivo de continuar la obra de quienes los antecedieron.

Yoán Isaac Nodarse Fleites es uno de los muchachos que comienzan a escribir su historia. Como tornero le ha cogido el gusto a la elaboración de las mazas destinadas a los centrales azucareros, y lo hace con tanta calidad, que hasta los más pasaditos en años requieren de sus consejos.

A su lado, enfundado en un overol azul, está Reinaldo Domínguez, un obrero que ya acumula 44 años de esfuerzos en el centro, y aún asegura que allí se retirará para no quedar mal con su viejo, Jesús Tomás Domínguez, quien le pidió antes de morir no abandonar la tradición familiar.

Y si de orgullo por la fábrica se trata, hay que contar con José Ramón Álvarez, conocido por Moncada, el cual se mantiene en su puesto a pesar de reafirmar lo duro del trabajo de fundidor, porque casi todo se hace a mano, y siempre hay mucho calor (la temperatura muchas veces supera los 60 grados Celsius).

 

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