Familiares de más de dos mil peruanos desaparecidos esperan que
el gobierno ponga en marcha un Plan Nacional de Exhumaciones para
encontrar a sus parientes perdidos, dijo hoy un activista
humanitario.
El expresidente de la desactivada Comisión de la Verdad que
investigó la violencia de la llamada guerra interna de 1980 a 2000,
Salomón Lerner Febres, hizo el comentario con motivo del Día
Internacional de los Desaparecidos.
Según Lerner, el plan citado debe ser parte de la política de
reparaciones a los afectados por la violencia de esos años,
prometida la semana pasada por el primer ministro, Salomón Lerner,
para satisfacción de organizaciones de derechos humanos.
Recordó que el informe de la Comisión de la Verdad, presentado en
agosto de 2003, incluyó un registro preliminar de dos mil 144
desaparecidos.
La nómina debió completarse con investigaciones de los gobiernos
de Alejandro Toledo (2001-06) y Alan García (2006-11), los que no
cumplieron la tarea.
Según el citado informe, el mayor número de desaparecidos (722),
principalmente tras ser detenidos por fuerzas militares, policiales
o paramilitares, se registraron bajo el primer gobierno de García
(1985-90).
Hubo además 679 desapariciones bajo la administración de Fernando
Belaunde (1980-85), 559 bajo la de Alberto Fujimori (1990-2000) y
184 en fechas por determinar, advirtió Prensa Latina.
La falta de esclarecimiento provoca que en las familias de los
desaparecidos y en la sociedad peruana haya heridas que no han
cerrado.
Lerber añadió que las exhumaciones de restos sepultados en fosas
comunes abrirán un camino de esperanza y justicia para los
familiares de las víctimas, a fin de que terminen de procesar
debidamente el duelo por la pérdida de sus seres queridos.
Según dijo, el Plan Nacional de Exhumaciones debiera comenzar con
la determinación de los lugares de los enterramientos y que, una vez
extraídos los restos e identificadas, las fosas deben ser declaradas
santuarios, una reparación simbólica a los desaparecidos.
Recordó el reciente hallazgo casual de los restos de nueve
campesinos apresados y asesinados en 1992 por el paramilitar Grupo
Colina, dedicado a ultimar sospechosos de actividades armadas bajo
el régimen de Fujimori.
Señaló que un número no precisado de matanzas similares se
registraron en otras zonas del país, principalmente en la región
andina, y que los restos de las víctimas fueron enterradas
clandestinamente, lanzadas a abismos o incineradas.