NUEVA YORK.— El destacado escultor cubano Tony López falleció el
último fin de semana en Miami, víctima de un paro respiratorio
cuando se hallaba próximo a cumplir 93 años de edad.
Hacia la medianía del pasado siglo alcanzó notoriedad por la
realización de retratos escultóricos de carácter humorístico, muchos
de los cuales fueron difundidos semanalmente por la revista Bohemia.
Perduran sus aportes a la escultura monumentaria, tales los casos
del busto de Julio Antonio Mella (1954) que le encargara la
Federación Estudiantil Universitaria para ser emplazado frente a la
escalinata de la casa habanera de altos estudios, y las dedicadas a
Antonio Guiteras y Ramiro Valdés Daussá. También realizó la
mascarilla mortuoria de Eduardo Chibás.
Activo colaborador del Movimiento 26 de Julio, se vio impelido a
abandonar la Isla a finales de 1957 al ser perseguido por los
esbirros de la tiranía. Desde entonces se estableció en Miami, donde
continuó desarrollando su labor artística y mantuvo una sostenida
relación con su país de origen.
En Estados Unidos concibió una estatua de José Martí de cinco
metros de altura para la ciudad de Nueva Orleans y un perfil de
Carlos J. Finlay para el Jefferson Medical College de Filadelfia.