WASHINGTON.—
Todo político aquí justifica cualquier cosa con la frase por el bien
de los niños: reducir el déficit, lanzar las guerras contra el
terrorismo y las drogas, promover iniciativas de seguridad doméstica
y reformar (léase privatizar) la educación y más es para bien de las
nuevas generaciones. Los resultados de sus políticas no coinciden
con tan buenos y nobles deseos.
Uno de cada cinco menores de edad en Estados Unidos vive en la
pobreza, y millones más ingresaron a esas filas en la recesión
económica, incrementando en 10 % los que viven en pobreza, el salto
más grande en un año desde 1960, reporta el Fondo de Defensa de los
Niños en su último informe anual El estado de los niños de Estados
Unidos 2011. Eso significa que 15,5 millones de niños (menores de 18
años) viven en la pobreza y que cada 32 segundos nace otro para
sumarse a estas condiciones agravadas por los índices históricos de
desempleo, crisis hipotecarias y hambre que azotan al país. Todo
esto es manifestación de una cada vez más marcada desigualdad
económica, que ha llegado a dimensiones no vistas en décadas en este
país, con consecuencias evidentes para las nuevas generaciones.
El Fondo de Defensa de los Niños enumera en su informe, entre
otras cuestiones, que cada día en Estados Unidos 186 menores son
arrestados por delitos violentos y 368 por delitos de drogas; 2 058
niños son confirmados como víctimas de abuso o negligencia; 2 573
nacen en pobreza y 3 312 menores abandonan la preparatoria.
También el documento de la principal organización nacional
enfocada en el bienestar de los menores enfatiza que los más
afectados son las minorías raciales y étnicas, que hoy representan
el 44 % de todos los niños del país, pero que serán mayoría para
2019.
Varios estudios concluyen que la desigualdad de ingresos (y
riqueza) en Estados Unidos ha llegado a niveles históricos, peor que
en cualquier momento desde 1928.
En contraste, la gran mayoría de los políticos federales son
millonarios o dependen de la clase más rica de este país para
obtener su puesto en Washington. Según el Center for Responsive
Politics, entre 40 y 50 % de los legisladores federales son
millonarios. La riqueza personal promedio de los cien senadores es
de 13,6 millones de dólares, mientras que la de un representante es
de 3,4 millones.
En Estados Unidos el 1 % de la población es millonario. Esa
minoría no solo determina las políticas económicas del país, sino
forma parte de quienes elaboran e implementan esas políticas.
(Fragmentos de un comentario del periodista David Brook en el
diario mexicano La Jornada)