También el segundo día, en el Mundial de París, al judo cubano se
le mostró esquivo el podio. Yanet Bermoy vio esfumarse su cuarta
medalla en la Regla de Oro y Japón barrió con todos los títulos para
confirmar que el Sol jamás se pone en su imperio, tras la pasada
edición en Tokio. (Fenómeno fácilmente explicable desde que cada
país puede presentar a dos atletas por división).
Tras superar por yuko a la finlandesa Jaana Sundberg, la
subcampeona olímpica Bermoy (52 kg) derribó por wazari a la bien
rankeada Bundmaa Munkhbaatar, de Mongolia, pero se topó con la
francesa Priscilla Gneto, flamante campeona europea. Ambas
protagonizaron un trabado combate, pero en el tiempo extra los
árbitros inclinaron su veredicto a favor de la anfitriona.
Le había ocurrido un día antes a Dayaris Mestre (48) y le sucedió
después a Yurisleidis Lupetey (57), quien impuso su jerarquía en el
continente ante la mexicana Ana León y a la colombiana Yadinys
Amaris, pero cedió luego por yuko frente a la japonesa Aiko Sato, a
la postre campeona. Sin tres éxitos en su haber, la holguinera (como
Bermoy) quedó sin oportunidad de repechaje.
Más crudo todavía lo tuvo Ronald Girones (73), al que le tocó
debutar frente al nipón Hiroyuki Akimoto y solo pudo resistir los
embates del monarca defensor durante 53 segundos. Aunque este no
consiguió reeditar su reinado, la corona se la adjudicó su
compatriota Riki Nakaya, secundado por el holandés Dex Elmont, el
uzbeco Navruz Jurakobilov y el francés Ugo Legrand.
Mientras, en los 52 kg, Japón (5-3-1) volvió a rifarse el oro
entre Misato Nakamura y Yuka Nishida (con revancha esta vez para la
primera), y Brasil (0-2-1) alcanzó otra valiosa plata, por
intermedio de Rafaela Silva en los 57, para afianzarse en el tercer
escaño del medallero por países, cuando hoy competirán por Cuba
Mariset Espinosa (63 kg) y Osmay Cruz (81).