El activista social indio Anna Hazare inicia hoy su séptimo día
de huelga de hambre decidido, según propias palabras, a mantenerla
mientras el gobierno no apruebe un fuerte proyecto de ley contra la
corrupción.
Con varios kilos de menos, pero energizado por miles de
seguidores que lo acompañan en una céntrica plaza de la capital,
Hazare dio hasta el 30 de agosto para que Ejecutivo sancione una
legislación a la medida de los deseos de la sociedad civil y aseguró
que de lo contrario llevará su ayuno hasta las últimas
consecuencias.
El sábado, el primer ministro, Manmohan Singh, desestimó el
ultimátum, pero convino en la necesidad de eliminar los obstáculos
que hay en el camino e instó a la oposición y a la sociedad civil a
trabajar juntos para impulsar un Lokpal fuerte y eficaz.
Al día siguiente, el luchador social, a quien muchos consideran
un segundo Gandhi, dijo que el camino de las negociaciones todavía
está abierto y convino en que solo el diálogo puede resolver los
problemas.
Entablaremos conversaciones cuando quiera (el gobierno), pero no
vamos a ceder en lo del Lokpal (oficina anticorrupción), advirtió en
medio de los aplausos de la multitud reunida en el Ramlila Ground.
Hazare calificó a su movimiento de una revolución diferente por
su carácter pacifista y lo consideró una lección para el resto del
mundo.
El activista social y sus seguidores exigen que la planeada
oficina anticorrupción pueda juzgar a cualquier ciudadano sospechoso
de prácticas fraudulentas sin importar cargo, rango o condición
social.
El proyecto de ley propuesto por el gobierno deja fuera de su
alcance al primer ministro y a los miembros del gabinete, del
Parlamento y del Poder Judicial, entre otras figuras públicas,
apuntó Prensa Latina.