En Santiago de Cuba

Uniformes no dan con las tallas

Evidentemente, el problema no es solo en la capital. El financiamiento destinado por el país para esas prendas escolares exige mayor rigor en la planificación del tallaje

EDUARDO PALOMARES CALDERÓN

SANTIAGO DE CUBA.— Aun cuando el esfuerzo desplegado por los ministerios de Educación, Comercio e Industria Ligera, registra hoy la venta de más del 80 % de las 325 000 prendas de uniformes escolares concebidas, los problemas afrontados por no pocas familias para obtener la talla de sus niños, corrobora en esta provincia la necesidad de perfeccionar el sistema establecido.

Uniformes como el de Érika necesitarán de la costurera.

Directivos de las citadas instituciones y entidades consideran que este año todo ha marchado mejor, pero muchos de los padres no coinciden con ellos, pensando en las largas colas de los primeros días, en la imposibilidad de cambiar una talla 12 por una 6, y en que para arreglarlo ahora pagarán a la costurera el triple del valor del subsidiado vestuario.

Entre estos últimos está Yanet Vizcaíno, que deberá llevar las sayas y blusas talla 8 de Érika a la 4.

Al constatar lo acontecido en las tiendas, la administradora del establecimiento "La Industrial", Rosa Duharte, afirmó que entre 12 000 prendas solo llegaron 10 sayas talla 4. Su homólogo de "La Venus", Julio López, planteó que recibió pocas camisas de primaria, y la dependienta Yanet Moragas dijo que en "La Comercial", del distrito José Martí, predominó el déficit de tallas pequeñas.

Fotos del autorSolo blusas talla 14 de primaria, junto a camisas XL y pantalones 36 de secundaria básica, mantiene en existencia el principal centro comercial del distrito José Martí.

La FÓRMULA PERFECTIBLE

Con la experiencia que le confieren alrededor de 15 años al frente de Abastecimiento Técnico Material de la Dirección Provincial de Educación, Narciso Planas señala que cada año se eleva el rigor en el plan de aseguramiento de uniformes, pero lamentablemente siempre hay problemas con algunas tallas.

"Todo obedece a que el levantamiento se realiza escuela por escuela, atendiendo a edades de una presunta matrícula con un año de adelanto; o sea, que lo distribuido ahora se calculó en octubre del pasado año. Actualmente, por ejemplo, ya trabajamos para los uniformes del 2012, y en este lapso los niños se desarrollan, pero no todos por igual."

En opinión de Vilma Terrero, técnica en productos industriales de la Dirección Provincial de Comercio, "el tema parece sencillo, pero es bastante difícil. El uniforme no debía trabajarse por edades, sino mediante estudios del desarrollo promedio de grupos de niños por regiones urbanas y rurales del país.

"Eso nos daría las tallas promedio más demandadas por los escolares, y si tenemos tallas extra para niños obesos, por qué no contar con una especial por debajo de la 4, para niños de poco desarrollo. El déficit siempre es en las tallas pequeñas."

Según Vilma, en esta brecha entre oferta y demanda en cuestión de tallas, no debe desconocerse la influencia de la tendencia en los estudiantes de nivel medio de adquirir tallas inferiores, para ajustarse a la "moda", o sea, a la violación del reglamento, de llevar el uniforme extremadamente ceñido al cuerpo.

La Empresa de Confecciones "Costa", referente obligado en la calidad de los uniformes, se responsabilizó este año con la producción de 656 400 prendas de uniformes, de las cuales reservó 342 361 para la provincia y envió 96 000 unidades de short, bermudas, blusas y camisas a La Habana, así como cerca de 20 000 a Ciego de Ávila y Cienfuegos.

"En nuestro caso —precisa Maricel Tamayo, directora de la gran fábrica textil Las Marianas—, siempre confeccionamos decenas de miles de prendas atendiendo a la curvatura de tallas demandadas por Educación a Comercio Interior, lo cual constituye para nosotros una orden de producción priorizada, tanto en el plazo de entrega como en la calidad de la elaboración.

"Aquí es prácticamente imposible la alteración de una talla, pues para evitar confusiones se elabora una sola numeración por jornada y en correspondencia con ella se entregan las etiquetas a colocar en cada prenda. Luego revisadores y técnicos verifican las medidas, cada costura y estado de los botones, antes de sellar y certificar las cajas."

Indiscutiblemente, si por encima de ese desvelo del personal de educación, confecciones textiles y comercio, predomina año tras años el malestar en buena parte de la población, resulta evidente que el sistema de planificación del tallaje de los uniformes "no da la talla", y requiere perfeccionarse acorde con la elevada inversión que para ello asegura el país.

 

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