Casi hasta entrada la madrugada los cacerolazos en diferentes
ciudades de Chile cerraron otra jornada de demostraciones masivas
por un modelo político diferente, garante del acceso universal y
gratuito a la educación.
El sonido de ollas y cacerolas, en manos de estudiantes,
profesores y trabajadores, irrumpió anoche en plazas de Santiago y
de otras importantes urbes del país como La Serena, Valparaíso,
Temuco y Concepción, reportó la radio local, reporta Prensa Latina.
La convocatoria a la peculiar manera de protestar estuvo a cargo
de la Confederación de Estudiantes de Chile, organización que
aglutina a una treintena de federaciones universitarias y que aboga
por el fin del lucro en todos los niveles de enseñanza.
Las cacerolas se toman otra vez los espacios, calles, esquinas,
ventanas, el aire, destacó en reciente editorial el periódico
chileno El Siglo, tras recordar cómo tales utensilios domésticos
fueron utilizados como una forma de lucha por el pueblo durante los
años de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
En el contexto actual han sido retomadas para expresar el
descontento de la ciudadanía con el endeudamiento de por vida que
significa estudiar en Chile.
De hecho, los cacerolazos constituyeron la víspera el epílogo de
otra multitudinaria manifestación, estimada en más de 250 mil
personas en todo el territorio nacional y que en el caso específico
de esta ciudad transcurrió bajo el impacto de un temporal de lluvia
y nieve.
En opinión de la revista Punto Final, lo que cuestionan los
estudiantes y los vastos sectores ciudadanos que los apoyan son los
pilares del modelo institucional, económico, social y cultural
impuesto a Chile por el pinochetismo.
Bajo la apariencia de una sociedad domada por el consumismo
superfluo y la banalidad del debate político, venía fermentando un
profundo malestar en Chile que, según Punto Final, maduró en el
tiempo y eclosionó en la protesta social.