A ello se añade el hecho de que Rupert Murdoch, el magnate
epicentro del escándalo, está relacionado con importantes figuras
políticas reaccionarias, como los expresidentes estadounidenses
Ronald Reagan y George W. Bush, identificándose con sus políticas
expansionistas.
Tal cosa vuelve a colocar en la palestra el papel cumplido por
los medios de comunicación y la necesidad manifestada desde
distintos ángulos de ejercer algún tipo de control sobre los mismos,
dado que su influencia es determinante en algunas situaciones
puntuales, tal como ocurrió en los casos de las invasiones a
Afganistán, Iraq y ahora Libia, divulgándose informaciones
tendenciosas y abiertamente falsas que les permitieron a los
gobiernos de Estados Unidos y de Europa la justificación que
requerían ante la opinión pública para actuar con total impunidad a
la vista de todos.
Asimismo, podrían citarse las campañas mediáticas diseñadas en
Washington y copiadas sin alteración en los diferentes países en
contra de los gobiernos de Cuba y Venezuela, satanizando a sus
líderes de un modo que cualquier conducta atroz sería creíble, a
pesar de saberse que son absurdas. Otro tanto se puede observar en
las reseñas que tratan el genocidio de los palestinos a manos del
Estado racista de Israel, presentando a los primeros como una horda
de salvajes y a este como un modelo de democracia y civilización en
el Medio Oriente, resultando otra la verdad de las cosas.
Así, el moldeamiento de la opinión pública tiene como una
consecuencia inmediata visible la inercia de los ciudadanos,
aceptando irracionalmente una realidad que creen natural y poco
menos difícil de transformar, así tengan la razón y las leyes de su
parte. Por ello, cuando se activan nuevas formas de organización
política, social y económica que redunden en beneficio de los
pueblos, inmediatamente se recurre al viejo expediente de las
descalificaciones y la invisibilización de los logros que pudieran
representar.
Como lo resalta Blanca Montoya en su obra El dominio mediático,
que hurga en este tema, debe perseguirse como "objetivo que hombres
y mujeres que forman parte de grandes mayorías tengan una
información general de lo que sucede en el mundo, con la intención
de que se susciten la reflexión y el interés de investigar para
contribuir a la conciencia del porqué, el para qué y el cómo los
medios de comunicación han alimentado una ideología que conserva los
privilegios de unos cuantos en detrimento de las mayorías y que
permite las enormes injusticias de las que son víctimas".
Esto nos sitúa ante una realidad fabricada en el mundo, según los
intereses de los grupos dominantes. Aunque se crea que es parte de
la ciencia-ficción, lo cierto es que las operaciones psicológicas y
las técnicas de la comunicación puestas en práctica por tales grupos
buscan inducir a las personas a resistirse a los cambios, aunque
estos les resulten favorables. Por ello, a objeto de obtener una
noción más completa de las políticas públicas, económicas y sociales
que afectan a nuestro planeta, es necesario indagar a fondo sobre
los mecanismos que mueven a los grandes medios de información, así
como sus conexiones con los poderes mundiales, ya no simplemente
políticos, sino con preponderancia de las grandes corporaciones
transnacionales; lo cual ayudaría —sin duda— a liberarnos de la
constante manipulación a que nos someten a diario. (Tomado de
Aporrea)