|
A toda máquina
ARIEL B. COYA
arielbcoya@granma.cip.cu
Hace falta ser un mulo de veras para competir en mountain bike,
porque en una carrera cualquiera, sin importar la que sea, no existe
jamás el sosiego ni forma humana de reservarse. Siempre se va al 100
%, subiendo y bajando, bajando y subiendo; con el corazón a tope
—repartiendo hasta 200 latidos por minuto— y los riñones
atragantados en el cuello.
El
mountain bike será uno de los primeros deportes en entregar medallas
en los Panamericanos.
Quizá por ello, cuando al técnico Alfredo López le solicitaron
armar un "pequeño laboratorio" con cinco o seis ciclistas en esta
disciplina, lo primero que se dijo para sí fue que nada de captar
genios precoces ni promesas quinceañeras, sino veteranos curtidos,
bien curtidos en el asfalto. Bajo el rigor despiadado de la montaña
y con suficientes kilómetros en las piernas como para permutar de
hemisferio.
Así que se trajo a dos decanos de las Vueltas a Cuba como el
guantanamero Lizardo Benítez (33 años) y el matancero Vicente
Sanabria (38), con el espirituano Yoandri Freire (26) en la
recámara.
Para Lizardo, de hecho, la propuesta significó cumplir un viejo
sueño, pues siendo todavía un juvenil, allá por 1995, participó en
el primer evento de mountain bike celebrado en Cuba.
Aquello, sin embargo, se suspendió ese mismo año y el
guantanamero tuvo que buscarse la vida como gregario en el equipo
nacional de ruta hasta que, pasados los Juegos de Beijing’08, la
oportunidad tocó a su puerta de nuevo.
"Por entonces —relata Alfredo— José Ramón Fernández, presidente
del Comité Olímpico, comenzó a preguntarle al comisionado José
Peláez sobre esta modalidad y de algún modo se convirtió en el
detonante para reactivarla."
Lizardo no lo pensó dos veces: se compró una bicicleta
todoterreno y él mismo, machete en mano, inventó el circuito en las
inmediaciones del Velódromo, donde el año pasado se disputó el
primer torneo oficial de cross country en la Isla, durante la
V Olimpiada del Deporte Cubano.
BAUTISMO DE FUEGO EN JALISCO
Ese trazado, no obstante, "es un niño de teta al lado de lo que
veremos en Guadalajara, pues todo lo que pueda decir se queda
corto", puntualiza el entrenador cubano, para quien será un
verdadero reto luchar por las medallas tan solo un día después de
inaugurados los Juegos (el sábado 15 de octubre).
En el área, además, el nivel de competencia es muy fuerte porque
los rivales nos llevan muchos años de ventaja (tras el debut en Mar
del Plata’95) y aparte del tradicional poderío de Estados Unidos
(ganador del oro en sus cuatro ediciones) se espera un fuerte empuje
por parte de Costa Rica, Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela.
Aunque el principal obstáculo, según Lizardo, es la falta de
competencias que todavía padecen: solo tres en dos años, contando
aquel evento de la V Olimpiada, más el Campeonato Panamericano de
Cundinamarca (Colombia) en marzo pasado y una prueba que organizaron
en Madruga hace poco.
"Frente a eso nosotros solo podemos oponer todo lo que se
desprende de ser cubano", proclama Alfredo López. "En el
Panamericano de Colombia, por ejemplo, nadie contaba con nosotros,
pero conseguimos clasificar. Así que en Guadalajara nuestra meta es
seguir creciendo."
Una ventaja, según él mismo, debe ser el buen control antidopaje,
pues "las motos en bielas no existen". Eso y que esta vez la lucha
será pareja, dado que cada país solo podrá presentar dos
competidores.
Es así que Lizardo y compañía ya afilan sus bicicletas para
machacarse entrenando a partir del próximo lunes en Topes de
Collantes, donde las condiciones son más propicias. Porque el
mountain bike es una disciplina dura, muy dura, en la que las
pruebas masculinas duran lo que un maratón, más o menos. Son
carreras, sin descanso, en las que los atletas no pueden ahorrarse
el esfuerzo: la bicicleta rechina. El estrés se hace extremo. Y el
corazón, desbocado, no tiene freno. |