Una
diferencia entre los buenos conciertos y los otros, es que los
primeros tienen "algo" que atrapa al público como una red desde el
principio y mantiene ese golpe de efecto hasta la última canción,
tras la cual generalmente los espectadores reclaman otro tema que
prolongue la experiencia sensorial aunque sea solo por unos minutos
más.
Todo eso sucedió en el debut del grupo Jade hace unos días en la
sala Manuel Galich de Casa de las Américas donde ofreció una breve
pero intensa presentación en la que mostraron algunas joyas de la
"corona Jade".
Aunque es una agrupación de reciente andadura, su nombre viene
sonando desde hace algunos años en los terrenos de la música cubana
contemporánea, esa zona de la creación que identifica especialmente
a jóvenes artistas que, tanto dentro como fuera del país, tejen el
destino de su obra con una concepción que regresa a las fuentes del
legado sonoro insular, y le incorporan los más variados elementos
rítmicos de la actualidad.
En un principio Jade surgió como dúo y, más tarde, adquirió el
formato de banda debido a las inquietudes creativas de su directora
y cantante Yanaisa Pedroso, quien comparte voces con Maygred Felina
Bourricaudy y compagina su labor al frente del ensemble con sus
funciones como especialista de música de la Asociación Hermanos Saíz.
Durante su estancia en la Casa, la alineación mostró parte de su
presente con un repertorio que estuvo más próximo a la labor que
viene realizando hace algún tiempo con la música tradicional cubana.
Una obra que se define por la original apropiación de géneros
emblemáticos de la Isla como el son, la guajira y el changüí,
estilos que incorpora a su propio lenguaje rítmico y desgrana con
una filosofía muy personal, en la que afloran en especial los rasgos
más íntimos de la sensibilidad femenina. De hecho, ahí descansa
particularmente una de las virtudes de la semilla germinal de su
trabajo. Es decir, en la forma en que revisitan el caudal de ritmos
del país desde una mirada de clara orientación contemporánea,
plasmada en títulos propios como Más lejos que el sol,
Rumba sin sentimiento pero caminando, basado en el poema
Caminando, de Nicolás Guillén y Son para felina.
En la exposición de la banda se manifiesta, además, un claro
interés en resignificar la herencia de la música tradicional e
indagar en los contextos en que fueron creadas piezas que han hecho
época como Estoy hecho tierra, de Ñico Saquito.