Uniformes escolares: ¿realmente a la medida?
En La Habana nuevamente no se cumple la
distribución por tallas, lo cual provoca molestias en la población.
El MINCIN autoriza la compra de esta prenda en cualquier municipio
de la provincia
Leyanis Infante Curbelo
Lunes 18 de julio. En la puerta de la unidad comercial Mi Bebé,
ubicada en Belascoaín y Neptuno, Centro Habana, Yelaine espera su
turno para comprar el uniforme de su pequeña Marialba. "Comienza en
prescolar", me comenta. Pero al parecer hoy no podrá ser. Los
clientes que ya salen con caras decepcionadas, le explican que las
tallas de primaria "son enormes, ninguna por debajo de la 12".
Como
Yelaine, muchos padres no encontraron en Centro Habana tallas para
los pequeños que comienzan.
A unas diez cuadras de distancia, en el Mercado Artesanal
Industrial (MAI) Moda Masculina, de este municipio, tampoco saldrá
complacida, las medidas pequeñas se han terminado.
De los cuatro establecimientos que brindan este servicio a los
centrohabaneros, al menos tres presentaban la misma situación en el
momento en que Granma, transcurrida la primera semana de
iniciarse la venta de uniformes, realizara un recorrido que incluyó,
además, a los municipios de 10 de Octubre, Plaza, Playa y Cerro.
En aquel entonces se detectó que la situación de Centro Habana no
era un caso aislado dentro de la ciudad, sino que la falta de tallas
pequeñas y, en algunos casos, el agotamiento total de alguna pieza,
se presentaban de forma recurrente.
Según informó la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía de
la capital, para esta fecha apenas se había vendido la décima parte
del total de uniformes, por lo que la posibilidad de que las
irregularidades respondieran a lo avanzado de la venta, quedaba
descartada.
En
los almacenes de Cándida Josefina el número de tallas grande se
incrementa año tras año.
Cándida Josefina Hernández y Luis Álvarez Núñez, administradores
de la tienda El Bebé, en el Cerro, y el MAI Moda Masculina, en
Centro Habana, respectivamente, se preguntaban, además, por qué sus
almacenes estaban llenos de tallas grandes de años anteriores que no
iban a tener salida y, a pesar de haber enviado esta información a
sus direcciones municipales, recibieron nuevamente otro gran volumen
con el mismo tallaje.
Paradójicamente, los administrativos de cada entidad confirmaban
haber recibido visitas, al menos una vez desde el 11 de julio, de
las direcciones provinciales y municipales de Educación y Comercio y
la presencia de ambas verificando inventarios contra entregas reales
antes de iniciarse la venta.
Ante la interrogante de una posible solución para aquellos que en
ninguna de las tiendas de su municipio pudieran encontrar las
medidas solicitadas, Evangelio López Bishop, director de ventas de
Comercio provincial, aclaraba, el miércoles 20 de julio en
entrevista a este diario, que no se realizarían nuevos surtidos,
pues toda la producción que entregara la Industria Ligera ya había
sido distribuida, y tampoco se realizarían movimientos de mercancía
de un municipio a otro. Los afectados inicialmente deberían esperar
hasta el 15 de agosto, fecha a partir de la cual podrían comprar en
todos los establecimientos de la provincia, aunque, acotó, se
valoraba la posibilidad de acercarla para la primera semana de
agosto.
Revisando el proceso
Ante las evidentes dificultades se autorizó de inmediato
adelantar las ventas, como informara el directivo el pasado 25 de
julio en el programa televisivo Entrada Libre, del Canal Habana. La
medida, si bien resultó un paliativo a la compleja situación
presente en la capital, también puso en evidencia el insuficiente
trabajo que se realizó una vez más para garantizar la adecuada
distribución.
En un reportaje publicado por este diario el pasado 28 de junio,
Rolando Ruiz Peraza, director de logística del MINED afirmaba que en
el curso 2010-2011 se había exigido más rigurosidad con la entrega,
por cada plantel, de los datos de la curvatura de tallas (estudiante
por estudiante), a la vez que aseguraba que el trabajo con el MINCIN
se había estrechado.
Sin embargo, la realidad fue otra. Al respecto explicaba Miguel
Herrera Castro, jefe del Departamento de Aseguramiento Técnico
Material de la dirección Provincial de Educación de La Habana, que
los problemas con las entregas del MINCIN no son en el plan general,
sino a la hora de verificarlo por tallas, donde los números no
concuerdan. Lo más frecuente fue que las medidas pequeñas llegaran
por debajo de lo solicitado y las grandes, por encima. También por
municipios hubo irregularidades: Centro Habana, Arroyo Naranjo, La
Lisa y Habana del Este no recibieron los surtidos completos.
¿Dónde quedaron entonces las regulaciones de la Carta Circular
firmada por los ministerios de Educación y Comercio Interior que
orientaba no debía iniciarse la venta en ningún municipio ni tienda,
hasta que cualquier dificultad con el inventario se solucionara?
Independientemente de ello, la evidente deficiencia en la
conciliación entre demanda y oferta apunta a que los problemas no
solo se localizan en la distribución. Cabría preguntarse también
sobre la rigurosidad con que se realizó el censo en cada plantel.
Median en este tema otras razones que no tienen que ver con
procedimientos ni inventarios y que esgrimen los implicados a la
hora de explicar deficiencias en el proceso. Para René Pérez García,
especialista principal de producciones no alimenticias de la
dirección de Comercio en La Habana, una de ellas son los casos de
niños que no estudian en su lugar de residencia, por lo tanto no son
censados en el municipio donde luego realizarán la compra.
Otro hecho que sorprende es que la Unión de Empresas de Comercio
y Gastronomía Provincial solicitó a la Industria producir el plan
íntegro presentado por Educación en La Habana, sin restarle, como
tiene establecido, el fondo de inventario del curso anterior
existente en las tiendas. Actualmente los volúmenes por este
concepto representan el 20 % por encima del millón de uniformes
destinados a la provincia, y serán utilizados, según directivos de
Comercio, para dar reposición a los casos que lo necesiten, a pesar
de que, para ello, Educación contempló un 30 % dentro de su plan.
¿Cuántos uniformes quedarán en tiendas y cuántos tomarán otros
destinos no previstos, y qué gastos innecesarios provoca este hecho
en una producción que el Estado subsidia íntegramente?
Lo cierto es que, ante la reiteración cada año de las mismas
dificultades en el expendio de las prendas escolares en la capital,
urge la organización y correcta planificación entre las partes
implicadas, para que no hagan de este proceso un vía crucis para la
población y motivo de derroche para el país. |