Aunque diferentes estéticamente, ambas propuestas se sumergen en
la narrativa de temas universales con una visión que se preocupa por
explorar el mundo reflexivo y sensitivo de sus espectadores.
Pinocho, versión del cuento original que en 1880 publicó el
escritor florentino Carlo Collodi en el Giornale dei Bambini, es un
montaje de factura fabulosa que se apoya en el dinamismo y una
estructura narrativa de flash back muy bien lograda. La
fórmula que encontró la compañía para el texto de Norge Espinosa se
sustenta en la funcionalidad de la escenografía, el vestuario y las
figuras animadas ideadas por Zenén Calero, la música de Elvira
Santiago y las interpretaciones de Iván García (insuperable en su
rol de Buena Conciencia), Fara Madrigal, Rubén Darío Salazar, Luis
Torres, Karen Sotolongo, y María Laura Germán, quienes encarnan
varios personajes con una habilidad y autenticidad admirables.
El muñeco de madera italiano más famoso del mundo asoma a la
escena desde la realidad contemporánea expuesta a la tecnología y a
la información mediática. En medio de celulares, "emos", "frikis", y
la música de los Beatles, el archiconocido protagonista, hijo de
Geppeto canta, baila, interactúa con los actores y se mezcla con el
público a través de un juego de alusiones, parodias, críticas y
reflexiones.
Esta puesta en escena de Las Estaciones —estrenada mundialmente
el pasado mayo durante la Feria Internacional del Títere de Sevilla,
España— conmueve no solo por articular una solución completamente
nueva al clásico sino por convertir a Pinocho, mucho antes del final
de la historia, en un títere con conciencia y corazón.
Mientras, la obra de La Proa trae por primera vez al mundo del
títere nacional la historia del niño de la selva. La puesta en
escena de Arneldy Cejas recrea el pasaje ¡Al tigre, al tigre!,
un capítulo poco conocido de El libro de la selva del
escritor Rudyard Kipling (Premio Nobel de Literatura 1907) que
presenta la toma de decisiones y la madurez en la vida de Mowgli
después de salir y retornar a la selva.
Con peleles de piso, como técnica fundamental, esperpentos y
papirolas, los actores Erduyn Maza, Arneldy Cejas, Kenia Rodríguez y
Sara Miyares —que también interpretan varios personajes— arman el
argumento de El mordido por los lobos en medio de una
atmósfera musical y una ambientación escenográfica consonante con el
relato que tiene lugar en la selva y la aldea del protagonista.
El atractivo montaje aborda el conflicto que desencadena un
enemigo común entre ambos mundos y que llevan al personaje a luchar
por defender sus derechos, obedecer sus instintos y crear su propio
camino para conducir a su manada. La condición humana de Mowgli y
una naturaleza que lo acerca a la fauna sitúan al joven frente al
rechazo, la soledad, la envidia, la indiferencia de sus semejantes y
el manejo de los intereses mundanos. Sin embargo también la amistad,
la lealtad y el amor están presentes en esta historia que profundiza
la relación que el hombre ha establecido con el reino animal.
En esta última obra de La Proa, la fidelidad de las acciones
junto al movimiento alterno de manipuladores y títeres deja una
sensación placentera. El mensaje de estos titiriteros no trata solo
de presentar los valores con una finalidad didáctica, la analogía va
más allá de las relaciones humanas y refleja un mundo que coexiste
con el nuestro y que a veces minimizamos prepotentemente.