Casi cuatro décadas después de acabar la guerra, las bombas
lanzadas por Estados Unidos sobre Vietnam aún matan a inocentes,
como tres campesinos de la provincia de Quang Ngai.
Las víctimas, hombres de entre 51 y 57 años de edad, descubrieron
el proyectil de 105 milímetros e intentaron desmantelarlo para luego
venderlo como chatarra, pero el artefacto explotó, reporta Prensa
Latina.
Dos de ellos murieron en el acto, y el otro poco después, camino
al hospital de Binh Chau, una antigua base de los comunistas del
Norte, precisó el jefe de la policía local, Tieu Viet Thanh.
Desde el fin de la guerra, en 1975, las bombas sin explotar han
matado a unos 40 mil vietnamitas, un tercio de ellos chatarreros que
buscan y desactivan explosivos para vender el metal.
Se calcula que Estados Unidos lanzó unas 15 millones de toneladas
de bombas durante la contienda, de las cuales 10 por ciento cayó sin
detonar, explotando paulatinamente en tiempos de paz.
Aún así, los ejércitos de Estados Unidos y Vietnam firmaron esta
semana su primer acuerdo de cooperación en servicios de sanidad
militar, tanto en asesoramiento como en investigación científica.
La carta de intención fue suscrita ayer por el jefe del servicio
de salud de la Marina estadounidense, vicealmirante Adam Robinson, y
su homólogo vietnamita, el coronel Vu Quoc Binh.
Pese a este acercamiento, Vietnam insiste en su campaña para que
Estados Unidos indemnice a las víctimas de su bombardeo químico con
la dioxina Agente Naranja, cuyas secuelas sufren millones de
personas en el país indochino.