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La Operación Patty de la CIA: a medio siglo de
su derrota por Candela |
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Manuel Hevia Frasquieri
Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad
del Estado
Los
hechos históricos que dieron lugar a la operación Patty, organizada
por la CIA a mediados de 1961, cumplirán medio siglo en los próximos
días. Aquel siniestro intento de asesinato marcó una etapa histórica
en la guerra sucia declarada por el gobierno de EE.UU. para tratar
de aniquilar de un solo golpe a la jefatura de la Revolución Cubana.
Ningún plan de asesinato contra Fidel o Raúl en aquellos primeros
años, contó con tal grado de organización y aseguramiento en el que
participaron directamente la CIA y el Servicio de Inteligencia Naval
de la base yanki en Guantánamo. Los órganos de seguridad cubanos
adicionarían al código "Patty", la palabra "Candela", como expresión
de la respuesta revolucionaria contra aquellos grupos terroristas
internos reclutados y dirigidos por esa Agencia.
La CIA preveía la realización de acciones terroristas
independientes, principalmente en las ciudades de Santiago de Cuba y
La Habana, y otras provincias donde tendrían lugar actos
conmemorativos por el 26 de julio en 1961. El plan consistía en
atentar contra el comandante Raúl Castro Ruz en el estadio de
Santiago de Cuba y como segunda variante, en el caso de fracasar
esto último, un nuevo intento criminal en la carretera que conduce
al aeropuerto de esta ciudad. En la capital, un grupo terrorista
ejecutaría otro intento contra la vida del Comandante en Jefe en el
acto multitudinario en la Plaza de la Revolución.
Raúl
en aquel acto del 26 de Julio en Santiago.
Otros planes de asesinato contra nuestros dirigentes
revolucionarios antecedieron a la operación Patty en aquellos
primeros años. Según documentos oficiales del gobierno
estadounidense, el 27 de julio de 1960 la CIA había indicado
organizar el asesinato del comandante Raúl Castro Ruz, a través de
un "accidente" que supuestamente podría llevar a cabo uno de sus
"colaboradores". Hasta el momento, la CIA no ha revelado detalles
del lugar, los autores o circunstancias en que se produciría aquel
intento criminal.
Otros documentos desclasificados por el gobierno de Estados
Unidos años después, señalan que en agosto de 1960 los altos
oficiales de la CIA, Richard Bissell y Edwards Sheffield,
coordinaban los detalles de la utilización de figuras del hampa para
asesinar al Comandante en jefe Fidel Castro Ruz. Desde los primeros
meses de 1961, con el apoyo de la mafia y elementos terroristas
dentro de Cuba, la CIA introdujo pastillas envenenadas para eliminar
a Fidel, mientras se desataban nuevas acciones secretas para
intentar descabezar a la jefatura de la Revolución antes de la
invasión mercenaria de Playa Girón. Desde el 11 de diciembre de
1959, Allen Dulles, el entonces jefe de la CIA, había aprobado
"[... ] que se le dé una abarcadora consideración a la eliminación
de Fidel Castro [... ]".
Los funcionarios de la CIA interrogados en 1975 por el Comité
Senatorial de la Comisión Church, sobre su participación en algunos
intentos magnicidas revelados contra Fidel declararon que: "[...
] consideraban que asesinar era un modo de actuar permisible, por lo
que declararon que creían que sus actividades habían sido
completamente autorizadas [... ]"
Richard Bissell relata en sus memorias: "[... ] Sin duda,
mientras avanzaba con mis planes para la Brigada —se refería a
la Brigada mercenaria 2506— tenía la esperanza de que la mafia
alcanzaría el éxito. Mi filosofía durante los últimos dos o tres
años en la agencia era muy definida de que el fin justifica los
medios y yo no iba a ser derrotado [... ]"
Richard Helms —director de la CIA entre 1966-1973— declaró en
repetidas ocasiones: "(... ) que él creía que una autorización
explícita era innecesaria para el asesinato de Castro a principios
de los años 1960 [...] Las acciones que estábamos tomando contra
Cuba y contra el gobierno de Fidel Castro en Cuba, eran lo que se
nos había pedido que hiciéramos [...] En otras palabras: nos habían
pedido eliminar a Castro y no había limitaciones en cuanto a los
medios... "
William Harvey, jefe de la unidad ejecutiva de la CIA para
asesinatos, ZR-Rifle, testificó: "[... ] creía que los atentados
estaban completamente autorizados en todos los niveles apropiados
dentro y fuera de la agencia [...] Richard Bissell —Subdirector
de Planes de la CIA— dijo que la actividad contra Castro fue
autorizada desde el más alto nivel, y que los complots se
discutieron con Richard Helms, su superior inmediato [...]". "ZR
Rifle" era una estructura muy secreta de la CIA organizada en 1960,
bajo la aprobación del gobierno norteamericano para eliminar
personalidades extranjeras "hostiles" a los Estados Unidos.
La convicción de que matar a un jefe de Estado se correspondía
con la ética imperante dentro de la CIA se reflejó con fuerza en la
propaganda subversiva que penetraba a la isla por diferentes
canales, como la emisora subversiva Radio Swan.
Esta incitación criminal penetró también en el seno de las
organizaciones terroristas, lo cual se convirtió desde el mismo año
1960 en un poderoso estímulo al intento de asesinato de los
dirigentes de la Revolución, con el apoyo material de la CIA. No
conocemos a ningún ciudadano residente en Estados Unidos que haya
sido juzgado desde entonces en ese país por haber planeado o
participado en el asesinato de un combatiente revolucionario cubano.
Por primera vez en la historia de la CIA, sus funcionarios se
enfrentaron a comités congresionales en la década de los años 70. A
pesar de ligerezas y justificaciones, las sesiones, comparecencias y
documentos finales del Comité Church pusieron al descubierto la
peligrosidad y el descontrol gubernamental sobre las acciones
encubiertas de la CIA y dedicaron un análisis a los intentos de
magnicidio contra líderes extranjeros, incluido el Presidente Fidel
Castro. Lo reconocido por la Agencia entonces, constituyó solo la
punta de un gigantesco iceberg de planes y agresiones criminales que
se habían iniciado contra Cuba desde 1959.
El reporte provisional de la Comisión Church reveló los peligros
de un pensamiento neofascista en las estructuras del gobierno y sus
órganos de inteligencia y la impunidad y el poder desmedido de un
aparato de muerte como la CIA, que continúa desde entonces su
accionar por el mundo. Documentos actuales de la CIA soslayan esta
conclusión e intentan argumentar que, a pesar de aquellos "errores",
la Inteligencia había cumplido su cometido histórico.
La CIA no ha actuado nunca de forma independiente. Ayer como hoy,
obedecía las órdenes de la administración de turno. El programa
secreto contra Cuba del presidente D. Eisenhower, de marzo de 1960,
expresaba claramente en sus Objetivos: "[... ] El propósito del
programa aquí expuesto es provocar la sustitución del régimen de
Castro por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del
pueblo cubano y sea más aceptable para Estados Unidos, de manera tal
que se evite cualquier asomo de intervención estadounidense [... ]"
Cuba no era tan solo el blanco del poder neofascista
norteamericano. En el mes de agosto de 1960 el gobierno
estadounidense había dado los pasos preliminares para ordenar la
muerte del líder africano Patricio Lumumba, exprimer ministro
congolés, depuesto poco antes por un golpe militar, promovido por
EE.UU. y sus aliados europeos. Aunque ya no detentaba el poder en su
país, según documentos desclasificados, se le consideraba todavía
como una amenaza para sus intereses y los de sus aliados en África.
En el mes de septiembre de 1960, se "autorizó" el envío de veneno al
Congo Belga y luz verde para el plan de asesinato.
Como parte de esta obsesión criminal, documentos cubanos
desclasificados de aquella etapa detallan nuevas infiltraciones
clandestinas por las costas desde principios de 1960, con el
propósito de atentar contra la dirección revolucionaria en vísperas
de Playa Girón.
DURANTE LAS SEMANAS PREVIAS A GIRÓN HUBO 21 INFILTRACIONES
El
27 de febrero de 1961, procedentes de Miami, se infiltraron por la
zona de Santa Cruz del Norte en la provincia de La Habana, los
agentes Willian Patten Tabares y Julio Orias Finalés, para organizar
el intento de asesinato de Fidel. El agente de la CIA Rafael Díaz
Hanscon planificaba hacer estallar una bomba el 27 de marzo en el
salón de reuniones del Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda, en
ocasión de la posible visita de Fidel. Hanscon, junto al traidor
Humberto Sorí Marín, trabajaban por mandato de la CIA en el
occidente de Cuba, para reorganizar otros grupos terroristas en un
llamado "Frente de Unidad Revolucionaria" e intensificar el
terrorismo urbano. El agente CIA Rogelio González Corso, cabecilla
de la organización terrorista Movimiento de Recuperación
Revolucionaria (MRP), organizó otro plan de asesinato que tendría
lugar durante un acto de recordación frente al antiguo Palacio
Presidencial, con motivo del aniversario de la huelga del 9 de
abril, al que presuntamente debería asistir Fidel.
La CIA aceleraba al máximo otros planes desestabilizadores, en
los que participó también Alberto Müller Quintana, infiltrado el 17
de abril, quien por instrucciones de la agencia planeaba realizar un
supuesto alzamiento en las montañas de la Sierra Maestra, como parte
de un acto de distracción del golpe principal que constituía la
propia invasión mercenaria.
Un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Históricas
de la Seguridad del Estado precisa la ejecución de 21 infiltraciones
clandestinas provenientes de territorio norteamericano entre enero y
abril de 1961, dirigidas a abastecer a las bandas terroristas,
organizar atentados y crear condiciones, en algunos casos, para una
autoagresión desde el perímetro de la base naval norteamericana en
Guantánamo, que "justificara" una pretendida invasión con la
participación directa del ejército norteamericano.
Según sus propios documentos, la CIA se atribuyó en solo unos
seis meses antes de Playa Girón, 110 atentados dinamiteros, la
detonación de 200 bombas en ciudades, 950 incendios y 6
descarrilamientos de trenes. Con posterioridad se incrementaron las
agresiones, que cobraban nuevas vidas inocentes entre nuestra
población. Continuaban los ataques aéreos contra poblados y
ciudades, bombardeos de zonas rurales con sustancias incendiarias,
incendios de cañaverales provocados por bandas de alzados, sabotajes
contra objetivos económicos y sociales, agresiones contra
representaciones cubanas en el exterior, secuestros de aeronaves y
embarcaciones, lanzamientos aéreos de armas y pertrechos para los
grupos de bandidos que huían despavoridos por las montañas,
diezmados por los ataques de las fuerzas armadas y la milicia
revolucionaria.
Parte
del arsenal que sería utilizado en el atentado.
Desde el 3 de abril de 1961, el Departamento de Estado
norteamericano había declarado en su llamado "Libro Blanco" una
abierta guerra sucia contra nuestra nación, que al decir del
comandante Ernesto Che Guevara, durante su intervención ante el
Consejo Interamericano Económico y Social el 8 de agosto de 1961,
declaraba: "[... ] se trataba de una verdadera obra maestra de
beligerancia [... ] Se llamaba, en el "Libro Blanco", al pueblo de
Cuba a la subversión y a la revolución contra el régimen de Castro [
... ]"
A pesar del descalabro sufrido en las arenas de Playa Girón,
muchos en el gobierno de John F. Kennedy deseaban demostrar que aún
podía resolverse la "situación cubana" y continuaban percibiendo
como la única acción realista, el asesinato de los principales
dirigentes de la Revolución y la invasión militar a la Isla.
El 22 de abril de 1961, el Presidente impartió las siguientes
instrucciones a su principal asesor militar, el general Maxwell
Taylor:
"[... ] Examinar de cerca todas nuestras prácticas, y programas
en las áreas de las actividades militares y paramilitares,
insurgencia y contrainsurgencia que no sean de guerra abierta.
Pienso que necesitamos reforzar nuestro trabajo en este campo. En el
transcurso de este estudio espero le preste especial atención a las
lecciones que pueden aprenderse de los recientes acontecimientos en
Cuba" [... ]
LA OPERACIÓN PATTY
La operación Patty se inscribe en la búsqueda de aquellos nuevos
mecanismos de agresión, como parte de una guerra encubierta que se
proyectaba ya no solo contra Cuba, sino también sobre América
Latina. En aquel complejo panorama histórico, aquella operación era
expresión del sentimiento de revancha de los enemigos de la
Revolución Cubana.
El terrorismo continuaría con fuerza desde mediados de 1961.
Estudios históricos y numerosos testimonios demuestran que entre
1960 y 1967 el pueblo cubano y sus órganos de seguridad frustraron
más de un centenar de planes de asesinato de extrema peligrosidad
contra Fidel y otros dirigentes de la Revolución. La base secreta de
la CIA, JM Wave, instalada en Miami, recibiría a partir de ese
periodo mayores recursos de guerra irregular. Las infiltraciones y
ataques terroristas en nuestras costas se multiplicaron. Los grupos
de bandidos en las montañas intentaron reorganizarse, recibiendo
nuevos alijos de armas. Los estrategas de la CIA y del Pentágono
prepararon con meticulosidad la nueva operación estratégica de
liquidación conocida por la palabra clave "Mangosta", que el
gobierno yanki aprobaría a finales de 1961.
En materia de terror, los años subsiguientes de aquella década
fueron duros y sangrientos para nuestro pueblo. Eran los estertores
de una fiera muy peligrosa.
Las operaciones subversivas más peligrosas del enemigo no son
narradas fielmente por sus autores en sus memorias o en los libros
de historia. Es necesario rebuscar testimonios documentales perdidos
en el tiempo; encontrar viejos actores de aquel drama y unir las
pequeñas piezas de este entramado histórico en la búsqueda de una
visión más objetiva de lo ocurrido.
La operación Patty no era un proyecto descabellado.
El agente CIA Alfredo Izaguirre de la Riva fue explícito en sus
declaraciones a las autoridades cubanas después de ser detenido. Si
guardó para sí otros detalles sensibles que lo implicaran aún más en
el proyecto magnicida no es posible saberlo.
A mediados del mes de mayo de 1961, Izaguirre de la Riva salía de
La Habana con destino a la ciudad de Miami a conocer de primera mano
las causas del fracaso de Girón, y en especial los nuevos planes
contra Cuba.
Este personaje había sido director de un órgano de prensa y
heredero de otros prósperos negocios en el país durante los años 50.
En 1959 inicia sus contactos con Jack Stuart, empleado de la
embajada de Estados Unidos en La Habana, actividad que mantuvo con
otro funcionario nombrado Robert E. Wiecha, vicecónsul en la ciudad
de Santiago de Cuba, quien lo recluta para la CIA.
Colaboró en disímiles tareas de inteligencia para los
funcionarios de la Estación Local de la CIA en La Habana hasta enero
de 1961, periodo en el que realizó varios viajes a Estados Unidos,
donde recibió entrenamiento de inteligencia y terrorismo y
recepcionó en una finca de su propiedad un lanzamiento aéreo de
armas y explosivos enviado por la CIA para realizar sabotajes dentro
del país.
Desarrolló también una activa labor como agente principal de la
CIA entre las organizaciones terroristas que operaron en el país en
los dos primeros años después de 1959, en los momentos que trabajaba
para estructurar un posible frente interno en vísperas de la
invasión mercenaria. Había escapado de las detenciones de la
Seguridad del Estado, por lo que pocos días después, aprovechando
sus documentos en regla, viajó a la Florida en mayo de 1961.
En Miami, según narraría posteriormente, encontró una
desmoralización generalizada entre los grupos
contrarrevolucionarios. "[... ] Todos maldecían a los hermanos
Kennedy, mientras se lamentaban con amargura de la suerte corrida
por la Brigada 2506".
Alfredo Izaguirre sostuvo estrechos contactos con algunos
oficiales de caso de la CIA y de otros servicios especiales. Entre
ellos mencionó a Frank Bender, Karl Hetch y Howard Hunt,
estrechamente vinculados al terrorismo contra Cuba.
Según sus palabras, allí conoció por el oficial de la CIA Bill
Williams —nombrado también como Howart Hunt— un nuevo "proyecto" de
la CIA que esperaba por la aprobación de la jefatura en Langley,
dirigido a ejecutar ataques piratas contra las costas cubanas,
sembrar minas explosivas en sus principales bahías, y la
continuación de los suministros de armas y explosivos a los grupos
internos, para llegado el momento, producir alzamientos y otros
actos subversivos.
De acuerdo con documentos cubanos, Izaguirre precisó "que aquel
`proyecto¢ estaba eslabonado al informe que rindiese el Comité
Investigador —Comisión Taylor— y la decisión que tomara el
Ejecutivo..." En esos días, la Comisión Taylor trabajaba en la
investigación de las causas sobre el fracaso de la invasión por
Playa Girón y todo indica que decidieron aprovechar la presencia de
aquel agente para entrevistarlo secretamente. En uno de aquellos
contactos, según él, participó el general Maxwell Taylor.
Semanas después, al ser detenido en Cuba, Izaguirre ratificó a
nuestras autoridades que en aquella reunión participaron también
funcionarios de la CIA y de otras agencias, y los temas giraron
alrededor de los grupos internos, los suministros de armas por aire
y la promoción de un alzamiento general en la Isla. Aseguró que uno
de los presentes les dijo "[... ] que nos quitáramos de la cabeza
la idea de que iban a venir marines en ‘frío’ a resolver el
problema, dependía de nosotros el crear un estado que propiciara
cualquier tipo de ayuda [... ]" La tesis del "alzamiento
general" persistía con fuerza dentro del gobierno norteamericano y
constituiría meses después uno de los objetivos principales de la
Operación Mangosta.
Por último, según Izaguirre "[... ] teníamos que proceder a
mejorar las comunicaciones... era muy buena idea la de unificar
todos los grupos de resistencia porque facilitaría mucho el trabajo,
y me expresaron que estuviera seguro que la solución que se le daría
al problema de Cuba sería la adecuada y que se haría todo lo que
estuviera en sus manos para asegurarla [... ]".
Después de aquella reunión, De la Riva sostuvo nuevos contactos
en los que precisó la envergadura del nuevo complot en que la
agencia lo involucraba: durante la última conversación antes de
regresar a Cuba, uno de los funcionarios que lo atendía le preguntó
qué pasaría si el gobierno o "alguien" atacaba la Base de
Guantánamo. Esta pretensión no era algo nuevo en el arsenal de
agresiones contra Cuba. El 9 de marzo de 1960, el coronel J.C. King,
jefe de la División para el Hemisferio Occidental de la CIA, había
propuesto la presentación de un análisis donde se "probara" que los
dirigentes cubanos "[... ] han estado promoviendo un ataque a la
instalación de la Marina de Guerra de los Estados Unidos en
Guantánamo [... ]".
PATTY FUE UNA OPERACIÓN DE MUCHA ENVERGADURA, PERO SE ENCONTRÓ
CON "CANDELA"
Después de su regreso a Cuba, Izaguirre se reunió en horas de la
tarde del 8 de junio de 1961 con un grupo de cabecillas terroristas,
en el apartamento 16-B del edificio Focsa, en La Habana, para
exponer el resultado de su visita a Estados Unidos y sus planes
acerca de la nueva conspiración. Según documentos cubanos, Izaguirre
expresó textualmente que para sus actividades contaba con el apoyo
del general Maxwell Taylor "[... ] están llevando a cabo una gran
operación con la que los norteamericanos van a liquidar
definitivamente a la Revolución y al Primer Ministro Fidel Castro
[... ]".
Discutieron sobre la necesidad de atentar contra las vidas de
Fidel y Raúl y desatar una ola de actos terroristas capaz de
provocar un alzamiento armado. Se acordó que algunos miembros
planearían una maniobra de "autoagresión "a la Base Naval yanki en
Guantánamo, como parte de una provocación que serviría como
"pretexto" para una invasión armada de Estados Unidos a Cuba. Todas
estas acciones debían coincidir con el 26 de julio de 1961.
La tesis de eliminar de un golpe a la jefatura de la Revolución
no era nueva. El propio J. C. King, en su propuesta antes mencionada
a principios del año 1960, había comentado: "[... ] a menos que
se pudiera eliminar de una sola vez a Fidel y Raúl Castro y al Che
Guevara —lo cual es muy poco probable— esta operación puede
convertirse en lo de nunca acabar, y el actual gobierno solo será
derrotado mediante el uso de la fuerza [... ]".
Desde su llegada a La Habana, Izaguirre desarrolló un intenso
trabajo conspirativo en contacto permanente con la CIA, organizando
los enlaces y el abastecimiento de armas, reestableciendo el
contacto con otros agentes y cabecillas de organizaciones
contrarrevolucionarias en distintas provincias del país.
En la provincia de Oriente revitalizaría los contactos con un
grupo terrorista que mantenía un enlace directo con el Servicio de
Inteligencia Naval de la Base en Guantánamo.
El también llamado "Plan de Acción Inmediata", documento ocupado
a uno de los terroristas en la provincia de Oriente, puntualizaba un
grupo de medidas para el atentado en Santiago de Cuba, que consistía
en tomar posiciones desde una casa adyacente a la tribuna del acto
en el estadio santiaguero, donde haría uso de la palabra el
Comandante Raúl Castro Ruz, e instalar en la misma una ametralladora
calibre 30, con dos hombres a su cargo, mientras otros cuatro,
armados con granadas de mano, facilitarían la retirada. Otros seis
hombres armados con subametralladoras M-3, se emboscarían en la
carretera del aeropuerto en el caso que el primer atentado no
surtiera efecto y el dirigente decidiera tomar un avión para partir
hacia La Habana.
El plan debía ejecutarse a partir de las 10 de la mañana y se
sincronizaría con un ataque con morteros a la refinería "Hermanos
Díaz" en la propia ciudad de Santiago de Cuba. Los complotados
habían estudiado cuidadosamente las instalaciones del estadio, las
áreas adyacentes y la mencionada carretera, en particular, el tramo
final al aeropuerto.
El plan incluía, presuntamente, la autoagresión a la Base Naval
yanki, entre otros actos terroristas. Según documentos cubanos, se
situarían en una finca llamada "El Cuero", limítrofe con la Base
Naval no menos de cuatro morteros, que dispararían seis obuses cada
uno. Otro mortero atacaría un emplazamiento de artillería que las
Fuerzas Armadas Revolucionarias tenían en un lugar cercano. El
propósito era que ambas instalaciones militares se creyesen
agredidas y respondieran al fuego de los morteros, lo que provocaría
un incidente que pudiese servir de pretexto al gobierno de los
Estados Unidos para una intervención militar contra la Isla.
Las armas y explosivos a utilizar en la provincia de Oriente
provenían en su mayoría de la Base Naval yanki, las que eran
trasladadas clandestinamente al territorio cubano, en contubernio
con la jefatura militar de ese enclave. Según agentes de la
Seguridad cubana las armas eran enviadas por mar a un punto cercano
por colaboradores al servicio de la base norteamericana, desde donde
eran transportadas hasta la playa "El Uvero" y llevadas a lugares
seguros cercanos a la ciudad de Guantánamo, utilizando camiones
cargados de arena.
Estos trasiegos clandestinos de armas y explosivos se realizaban
también a través de la cerca perimetral de la Base con nuestro
territorio, en lugares de espesa vegetación y limitado tránsito de
vehículos, mediante agentes y colaboradores del Servicio de
Inteligencia Naval que participaban en todo tipo de acciones
subversivas desde el propio enclave en coordinación con grupos
contrarrevolucionarios internos en territorio cubano.
Estas labores de abastecimiento de armas y explosivos se llevaban
a cabo independientemente del proyecto Patty. Aquellas acciones
ilegales y violatorias del Derecho Internacional contribuían al
sostenimiento de grupos y bandas de alzados, como parte de una
conjura permanente.
Uno de los principales cabecillas de aquel complot de julio de
1961 se nombraba José Amparo Rosabal, alias el "Zorro". Este
terrorista se escondía en la Base Naval de Guantánamo desde la
fracasada invasión de Playa Girón, y desde allí se infiltraba
sistemáticamente al territorio cubano para realizar actos
terroristas y otras actividades conspirativas. Según documentos
cubanos, Rosabal mantenía contacto directo con el jefe de la Base,
almirante O¢ Donell y sus ayudantes, recibiendo orientaciones y
suministros de guerra. Estos oficiales facilitaron también
armamentos para las acciones planeadas en esa provincia el 26 de
julio de 1961.
Según distintas fuentes consultadas, los miembros de un grupo
terrorista en La Habana pretendían utilizar un mortero de 82
milímetros desde una vivienda situada en las inmediaciones de la
Plaza de la Revolución, para disparar contra la tribuna donde se
encontraría Fidel, una vez iniciado el acto.
Ese día, otros grupos terroristas en las provincias de Camagüey y
Las Villas, habían planeado realizar otros atentados y acciones
terroristas contra instalaciones de servicios públicos y vías de
comunicación.
Pero una vez más fue subestimada la capacidad de los órganos de
la Seguridad cubana y el apoyo del pueblo a sus misiones. Tras una
minuciosa operación de contrainteligencia que se llamó "Candela", se
logró la infiltración de estos grupos y el control de las
actividades enemigas.
El 22 de julio de 1961, fueron detenidos los principales
complotados en todo el país, incluyendo a Alfredo Izaguirre de la
Riva, ocupando abundantes armas y pertrechos bélicos de la
operación. Posteriormente, el gobierno revolucionario denunció
públicamente la nueva conspiración.
Tan solo en Santiago de Cuba y Guantánamo, entre los armamentos
ocupados, se encontraban dos cañones de 57 mm, cuatro bazookas, un
mortero de 60 mm, dos ametralladoras calibre 30.06, más de 90
fusiles y subametralladoras, decenas de granadas, cajas conteniendo
gelatina de demolición, minas, centenares de cartuchos de TNT, miles
de proyectiles y otros materiales bélicos, todos de fabricación
norteamericana.
El comandante Ernesto Che Guevara, en su memorable discurso antes
mencionado, en agosto de 1961, describió aquellos hechos ocurridos
en la provincia de Oriente: "[... ] El día 26 de julio de este
año, grupos de contrarrevolucionarios armados en la Base Naval de
Guantánamo esperaban al Comandante Raúl Castro en dos lugares
estratégicos, para asesinarlo [... ] El plan era inteligente y
macabro [... ] Y pocas horas después, señores delegados, morteros
norteamericanos, desde territorio cubano, empezarían a disparar
sobre la Base de Guantánamo. El mundo entero, explicaría claramente
la cosa, los cubanos, exasperados, porque en sus rencillas
particulares, uno de esos ‘comunistas’ que existen allí fue
asesinado, empezaban a atacar la Base naval de Guantánamo, y los
pobres Estados Unidos no tendrían otra cosa que hacer que defenderse
[... ] Ese era el plan, que nuestras fuerzas de seguridad,
bastante más efectivas de lo que pudiera suponerse, descubrieron
hace unos días".
Aquellos acontecimientos que hoy cumplen medio siglo guardan una
estrecha relación con el accionar terrorista impune que Estados
Unidos y sus aliados promueven actualmente contra países,
personalidades y dirigentes de otros estados a través de modernos
medios de guerra sofisticados y letales, aunque el pretexto no es ya
el peligro comunista, sino la pretendida guerra contra el terrorismo
o la supuesta salvaguarda de los derechos humanos. |